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sábado, septiembre 16, 2006

Hijos naturales

Cuando era chica pensaba que los “hijos naturales” eran los que se tenían por “parto natural”. Lo que se me escapaba era por qué esta condición suponía algún tipo de situación incómoda o vergonzante, aunque me imaginaba que una cesárea era más “fina”. Evidentemente, las cosas han cambiado bastante en veinte años, porque en la actualidad hasta los niños pequeños han escuchado las ventajas del “parto natural”. Convencen a muchas futuras madres de que ciertos estudios son innecesarios, de que los calmantes son para “malas madres” que no quieren sentir algo tan bonito como el nacimiento de un hijo, de que llegar a una operación es lo PEOR que te podría ocurrir. Si quieren una experiencia bien genuina y natural vayan a un hospital público, allí la tienen garantizada.
Pero el extremo de estas políticas consiste en todo el movimiento para tener a los bebés en la casa. A nadie le gustan las clínicas, las enfermeras, las chatas y las vendas. Un bebé puede sentirse más seguro en un entorno más hogareño. Pero ciertas medidas son necesarias por mera precaución estadística. ¿Volver a la medicina natural no será volver a la tasa de mortalidad en los partos de hace cien años?
A mi juicio lo más gracioso de todo es la suerte de esos niños con el paso de los años. Durante el embarazo la madre no tomó medicamentos, no se hizo estudios invasivos, el parto lo tuvo de la manera más natural posible, lo llevó a una pileta a los diez días para que sintiera la sensación de volver al vientre, lo arropó como lo hacen en las culturas andinas tradicionales y no le colocó perfumes artificiales. Pero a los cinco años está estupidizado mirando dibujitos todo el día, jugando a la Play Station, consumiendo golosinas totalmente insanas y siendo psicopateado por una madre que “quiere vivir su propia vida”. No nos engañemos, por más que existan gestos snobs de volver a las fuentes y las raíces, después el chico no va a crecer en el siglo XIX.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A veces esa medicina natural es un eufemismo por medicina tacaña, como en el caso del Hospital Privado. Se jactan de no hacer estudios al pedo, y lo único que hacen es ahorrar poniendo en riesgo la vida de la gente