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viernes, septiembre 01, 2006

Carta abierta a un ruso en Madrid, por Manucho

Me arrepentí de la violenta arremetida contra el Ruso que acabo de escribir. El Ruso (a quien conozco poco en lo personal, pero algo más mediante sus intervenciones en el blog) me parece un tipo inteligente y atinado en sus opiniones. Lo único que me incomoda de él es la docilidad con que acepta algunas ideas. Doy un par de ejemplos:

1) El Ruso cree que Churchill era un gran gobernante que mató miles de hindúes para favorecer al muy cívico pueblo inglés (a quien por otro lado hacía carne de cañón de sus delirios o aciertos geopolíticos) y porque se enfrentó al nazismo. Así el líder inglés no sólo reconstruyó la economía de su país, sino que sacó chapa de santo al enfrentarse al mayúsculo mal de su época. Esta imagen de liderazgo suele venir acompañada por una frase recurrente de nuestro amigo “al mal se lo combate”. En oposición, y para reforzar esta idea, el Ruso nos trae a cuento al infame Perón, reo, según él, de simpatizar con los Nazis, destruir la cultura política argentina, amén de nuestra economía, y dejar sucedáneos que destruirían aun más nuestro país. Perón y los peronistas seguro no combatían, no combaten, ni combatirán el mal. Las conclusiones son sencillas y pueden obviarse.

Las incoherencias de esta idea son tantas que solo podrían ser saneadas mediante la inscripción a una carrera de grado en historia o en alguna ciencia social. Valora la geopolítica y la política de Churchill (vencedor de nazis y matador de hindúes) porque supone que lo hizo “por bueno” (esto no lo puse arriba pero me lo dijo por teléfono hace algunos días). Curiosa geopolítica y más curiosa política la del bueno de Churchill que merecen el premio de la aprobación “moral” del Ruso, quien evidentemente sabe de Churchill y de la II Guerra Mundial lo mismo que leyó en uno de esos libros de saldo que salen pocos pesos y menos euros aún.
Tendríamos que preguntarle al Ruso por los crímenes de guerra de Perón, por los pueblos sojuzgados por sus infamias expansionistas y por su atroz política de exclusión de la clase obrera. Posiblemente en su bibliografía mínima diga algo de eso.


2) El Ruso considera que el progresismo fue interpretado y condenado para siempre por un libro (sale barato; cualquiera puede comprarlo) llamado “El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”, escrito por tres autores cuyo nombre ahora no puedo recuperar (uno de ellos es hijo de Vargas Llosa). El argumento del libro es fácil (como el liberalismo en general): los latinoamericanos tenemos la inveterada costumbre de echar la culpa de nuestra miseria a los Estados Unidos sin darnos cuenta de que esa percepción es la única culpable de nuestra desgracia. Esto nos lleva a reproducir nuestra condición de “idiotas” cada vez que nos negamos a las razonables ideas de gestión macroeconómica de Norteamérica o del FMI. Es claro que en Argentina los Peronistas se ajustan perfectamente a la caracterización de estos idiotas.


El “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” es un libro digamos…”tontorrón”: la geopolítica existe (por favor no me pidan que explique esto) y muchos planes de FMI nos hicieron bosta. Además algo podríamos leer de historia latinoamericana académica, digamos…el libro de Gordon Connell Smith, “Los Estados Unidos y la América Latina”, para empezar con un gran historiador americano. Por otro lado, después del libro de Stiglitz (hombre que estudió y profesó en altísimas casa de estudios, no como los diletantes polemistas de la hora, y al que le cupieron enormes responsabilidades políticas). titulado “El malestar en la globalización”, podríamos dejarnos de joder con las idioteces de un Friedman o de un Hayek y asumir que las cosas tienen matices y que las ecuaciones liberales no son tan elegantes ni cierran tanto. Digamos, para ser breves, que los “progres” o peronistas no somos “perfectos idiotas”. Y que por otro lado hay que empezar a acostumbrarse a la inobjetable realidad de que la batalla cultural la ganó hace rato la izquierda y que en las contiendas electorales ganaron siempre los peronistas. Esto no va a hundir ni a salvar al país, como tampoco las elegantes ironías de los liberales de LA NACION.

Todo esto dicho en son de paz, con cariño y admiración (mis coincidencias que son muchas se las dije por teléfono). Temo, junto al “Monstruo Bicéfalo”, que la tenacidad argentina por ser peronista lo aleje para siempre de nuestra compañía. Tenemos una cita pendiente en “La Peña de Perón”.

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