Mar del Plata es una ciudad que no se caracteriza, justamente, por tener un plan racional y sostenible en el tiempo de ordenamiento urbano. Los ejemplos al respecto abundan, basta sólo nombrar la construcción de adefesios como el Bristol Center, Cabo Corrientes o la destrucción de múltiples casas de importante valor patrimonial (la casa del Puente es el ejemplo emblemático de desidia e irracionalidad).
Güemes es supuestamente una calle que quiere posicionarse como un paseo comercial agradable y de calidad. El hecho de situarse en un barrio residencial, rodeada de lindas casas y arboledas frondosas, la hacían un lugar atractivo. Pues bien, cada año que pasa esta convirtiéndose en la pesadilla de cualquier planificador urbano.
No existen criterios respecto a fachadas o cartelería, y no se conservan ni siquiera los frentes de residencias típicas marplatenses. En nombre del progreso y la especulación inmobiliaria se construyen locales de muy baja calidad, improvisados para su rápida venta y sin estilo definido. Se puede replicar que no es responsabilidad de los empresarios fijar políticas urbanas y, obviamente, le cabe una gran dosis de culpa a la municipalidad por no controlar las construcciones, ni fijar un plan racional de desarrollo.
Debido a esta explosiva construcción de locales, sin control municipal, se pone en peligro tanto la integridad física de los transeúntes como la de los propios obreros. Se invaden espacios públicos con materiales de construcción y volquetes. Y en una calle con un desorden de tránsito notable, se agrega esta dificultad adicional a los paseantes. No descansemos en la frase común que “la municipalidad no hace nada”. Es responsabilidad nuestra el denunciar estos abusos de personajes ya conocidos en la zona (que creen que todo se puede comprar con dinero). Hay que notar también , que existen excepciones a este modo de actuar, que demuestra que es posible realizar una obra en forma ordenada. El caso más notable de respeto a las normas es la reforma del Teatro “La Subasta”.
La visión cortoplacista de estos empresarios ambiciosos juega en el mediano plazo en contra de los intereses comerciales de este paseo urbano. La explosión desordenada ya ocurrió en nuestra ciudad en los años ´70, y todavía estamos pagando las consecuencias de construir de forma caótica y especulativa.
Güemes es supuestamente una calle que quiere posicionarse como un paseo comercial agradable y de calidad. El hecho de situarse en un barrio residencial, rodeada de lindas casas y arboledas frondosas, la hacían un lugar atractivo. Pues bien, cada año que pasa esta convirtiéndose en la pesadilla de cualquier planificador urbano.
No existen criterios respecto a fachadas o cartelería, y no se conservan ni siquiera los frentes de residencias típicas marplatenses. En nombre del progreso y la especulación inmobiliaria se construyen locales de muy baja calidad, improvisados para su rápida venta y sin estilo definido. Se puede replicar que no es responsabilidad de los empresarios fijar políticas urbanas y, obviamente, le cabe una gran dosis de culpa a la municipalidad por no controlar las construcciones, ni fijar un plan racional de desarrollo.
Debido a esta explosiva construcción de locales, sin control municipal, se pone en peligro tanto la integridad física de los transeúntes como la de los propios obreros. Se invaden espacios públicos con materiales de construcción y volquetes. Y en una calle con un desorden de tránsito notable, se agrega esta dificultad adicional a los paseantes. No descansemos en la frase común que “la municipalidad no hace nada”. Es responsabilidad nuestra el denunciar estos abusos de personajes ya conocidos en la zona (que creen que todo se puede comprar con dinero). Hay que notar también , que existen excepciones a este modo de actuar, que demuestra que es posible realizar una obra en forma ordenada. El caso más notable de respeto a las normas es la reforma del Teatro “La Subasta”.
La visión cortoplacista de estos empresarios ambiciosos juega en el mediano plazo en contra de los intereses comerciales de este paseo urbano. La explosión desordenada ya ocurrió en nuestra ciudad en los años ´70, y todavía estamos pagando las consecuencias de construir de forma caótica y especulativa.
No todo está perdido, y esperamos que con el tiempo todos los interesados se den cuenta de que para hacer un paseo comercial atractivo es fundamental tener un tránsito ordenado, cestos de basura, librar de contaminación visual el espacio aéreo y poner normas mínimas de estilo para las construcciones de locales.
1 comentario:
Es altamente loable que un empresario sea ambicioso. Los otros tipos de empresarios son los que les piden que le bajen el IVA, los den subsidios, les restrinjan la competencia, les tiren unos contratos desde el estado....
Empresarios ambiciosos= progreso.
PD: lo cual no quiere decir que no haya que regular para preservar el patrimonio y mantener limpias las calles. Para eso justamente esta el estado y no para hacer politica cultural con el IVA.
Publicar un comentario