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viernes, abril 21, 2006

Topitos marplatenses

El otro día bajó la temperatura cinco o seis grados. Fue algo repentino. Busqué rápido suéteres y frazadas, abrigos con olor a encierro, y en el fondo del cajón, las medias de lana. Era el fin de semana. Salí de mi casa y había un silencio extraño. Los cafés vacíos. Las calles despobladas. Pensé que había pasado algo de lo que no estaba enterada. Cuando llegué al negocio miré las noticias on line. No hay talibanes en Mar del Plata. Es sólo el frío.
-¡Qué frío! ¡Qué frío!- Escucho por aquí y por allí. Bajó la temperatura y ya los topitos marplatenses se metieron en sus cuevas y no saldrán hasta octubre. La gente se mueve lo indispensable. Todos peronistas: de casa al trabajo y del trabajo a la casa. Sin escalas técnicas. Sin sociales, sin compras, sin caminar.
Es raro. En Finlandia, Suecia y Austria hace MUCHO más frío. En New York, París y Londres se te congela la nariz mientras miras una vidriera. Pero la gente sale, pasea por parques, va a comer... que sé yo... no se guarda nueve meses en la madriguera. Me digo que uno se acostumbra a todo. En Suiza la gente no va a dejar de vivir, de pasear con el novio, de llevar los chicos a la plaza. Los raros somos nosotros, que le tenemos TANTO miedo al frío. Existen los abrigos. Existen los guantes, los gorros, las orejeras. ¿Por qué no nos acostumbramos y cada año nos quejamos como si fuera una novedad, como si acabáramos de llegar del Caribe?¿Esta ciudad está poblada enteramente por brasileños?
El martes subió la temperatura, y pese a ser un día laborable, otro vez los topos salieron de las madrigueras. Como ya hubo una advertencia de que el mal tiempo se avecina, reaparecieron para comprar provisiones para todo el invierno, despedirse de los amigos, juntar imanes para la heladera para que el panadero, el tintorero y el carnicero vayan a domicilio, ponerse en contacto con la gente del video club y comprar dos novelas gordas y un libro de recetas de sopitas.
-¡Nos vemos en octubre! –se dicen los topitos. Y nada los sacará de su hibernación. El intendente podrá hacer disparates porque ellos no van a manifestarse contra nada. Podrá venir Joaquín Sabina a tocar gratis. En la tele dirán que un filántropo loco regala televisores de plasma. No importa. Nada los conmoverá. Nada los incitará a abandonar sus guaridas calentitas. Los noviazgos que comenzaron en verano no prosperan. Nadie quiere tomar frío para ver un amor en un barrio lejano. Las clases de Pilates que se iniciaron con tanto entusiasmo se abandonan, el ausentismo en los trabajos crece, una sociedad se extingue... Y si encima del frío llueve, los topitos no mandan a sus hijos a la escuela, los médicos no atienden a los pacientes y se declara el estado de sitio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja!
tal cual.
un beso

Anónimo dijo...

En una ciudad tiene muchas personas que solamente intentan "hacer la temporada", y luego se dedican a invernar hasta Noviembre, donde emepzaran a limpiar sus locales y pensar los precios ridículos que le van a cobrar a los turistas.
El verano marplatense es tan veloz, tan fuiroso, tan plagado de eventos, de escandalos mediaticos, con retaurantes saturados... que se consume en seguida, y el invierno parece tan frio y despoblado.
Yo soy un bicho raro al que le gusta más el frio, y no siento ninguna pasíon por ir a la playa y llenarme de arena y salitre y darme codazos para llegar al negocio que hace licuados.
Bueno, chau.

PD1: El invierno marplatense no es tan triste como La Plata en enero.
PD2: si, ya sé Ruso... tengo que avivarme.

Anónimo dijo...

y...es el mito de la ciudad-balneario, en los 7o, vivi algunos meses en gessel, en pleno invierno, y para ver gente (bah!, una mina), y estoy diciendo ver, ibamos a madariaga. de mi vida marpla. me acuerdo de pedir leña en marzo, (era vecino de vs), y apagar a veces el calefactor en diciembre, sentir en las noches de invierno, de lluvia y viento la antena radio del parque primavessi, gimiendo, como un chico que llorara. y hoy leia la nota (on line) en la capi, de nino, sobre la destruccion del patrimonio, y "la reforma", y me acordaba que yo no queme boaseries, pero si puertas de placard, y sauces verdes del jardin para paliar el ofri, (mas relaciones mi casa era proyecto de katz, mi viejo, trabajo con los cambiasso y con don florio)todos recuerdos encadenados, gente, y formasde vida. saludo a los topitos y a los topos viejos, alejandro

Anónimo dijo...

Es el maaar!!!El aire helado de ciudad costera que te corta la piel(literalmente)y ese viento que te tira, es eso, por eso los entiendo a los topitos y por eso también es que prefiero vivir en otra ciudad, donde la llegada del invierno no sea sinónimo de invernación. Sin menospreciar esa hermosa ciudad, que bien se siente cuando uno sale y no esta solo por la calle!

Anónimo dijo...

Es el viento y el frio humedo. Y la malaria economica. Y el medio ambiente. Y la falta de opciones para salir. Son varias las escalas que marcan el bajo cero, no solo la de Celsius...esta la escala monetaria, la de la seccion espectaculos de la capital...
El Ruso

Dafeba...esta vez no tenes que avivarte. Yo redescubri la playa con 28 años porque me mandaron un año a "laburar" a Republica Dominicana. En Mar del Plata es un poco distinto (estuve en el verano del 2004 y Sibelius me invito a su carpa un par de veces). En Mar del Plata uno va a la playa a ver culos. Para eso si hay que ir...si, en el fondo...Dafeba, Avivate!