- Federico Jeanmarie: "La Patria". A los veinte años, el protagonista parte a Europa, a la aventura, deja atrás un país que se desangra; el mundo se abre infinito, como un paraíso. Se siente poderoso, cree que tiene algunas certezas o, al menos, aquella que lo hace dueño de sus sueños. El viaje no tiene fecha de regreso; sin saber muy bien por qué, está tentado de fundar otra patria en algún lugar del resto de la tierra, "una patria nueva a prueba de hundimientos repentinos".
- Marcelo Birmajer: "Las mejores historias de hombres casados"
- Angela Pradelli: "Amigas mías". Cuatro mujeres - cuatro amigas- recorren las páginas de este libro. Son protagonistas de historias sencillas, aparentemente banales. Los hijos, los maridos, los trabajos dejan poco lugar para el desenfreno y la locura. Sin embargo, por los intersticios de la vida diaria, se cuelan la pasión, el deseo, la desesperación. Cuando menos se lo esperan, el orden estalla en mil pedazos. Ellas siguen adelante, con humor y esperanza, tras una felicidad que por momentos piensan que no existe. Premio Emecé 2002.
- Kawabata: "La bailarina de Izu" : Emecé continúa publicando la obra de este estupendo escritor japonés. En este caso se trata de los relatos de juventud de Kawabata. Escritos autobiográficos sobre la pérdida de seres amados y las formas de elaborar el duelo. A estos textos se suman algunas historias breves que no habían aparecidos en "Historias en la palma de la mano" publicado recientemente por el mismo sello editorial.
- Bruna Surfistinha: "El dulce veneno del escorpión". En este libro los lectores conocerán la historia de una adolescente de clase acomodada que, atraída por el dinero rápido, las emociones fuertes y la independencia, dejó atrás la vida familiar para prostituirse. Ella revela, por primera vez, historias de amor, dolor, mucho sexo y fantasías realizadas.
- Angélica Gorodischer: "Trafalgar". Esta es una novela compuesta por nueve relatos cortos sin más conexión entre sí que la participación en todos ellos de Trafalgar Medrano, protagonista absoluto del libro. La autora utiliza el recurso del cuento indirecto (y lo hace con maestría) para narrar sus peripecias, haciendo que Trafalgar las relate siempre sentado en una mesa, frente a una serie interminable de tazas de café y a un oyente que jamás consigue reprimir su curiosidad. El lenguaje utilizado es llano, Angélica Gorodischer huye de la verborrea florida y ese es uno de los grandes aciertos del libro: el lector tiene la sensación de estar escuchando una verdadera conversación entre amigos, que sueltan las palabras sin detenerse a pensarlas más de lo necesario.
lunes, abril 10, 2006
Novedades Editorial Planeta
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