15-40 y 2-5 en el tercero, por Santiago

Al contemplar la belleza de los edificios detrás del cerco que demarcaba los límites del club londinense donde los protagonistas jugaban al tenis, se hizo presente también la belleza de los cuerpos mutilados por las máquinas de la Revolución Industrial, la belleza de los muros manchados de smog, como los pulmones de plomo y alquitrán. Con la imagen espectacular del cambio de guardia en Buckingham (siempre en segundo plano, como background de los actores), apareció el espectáculo de montes, playas y praderas convertidos en campos de batalla, el espectáculo de las balas de cañón atravesando nubes de humo para impactar en el casco de otros barcos, en las paredes de las construcciones costeras, haciendo saltar las tripas de los guerreros y los niños. Al primer plano detenido en los detalles ornamentales de la casa de campo en la campiña inglesa, se asoció la perfección de la traición, la precisión del doble discurso, la brillantez humana en el engaño lacerante.
Los pensamientos -esas molestias- desaparecieron por virtud de aquello que las había traído hasta mi butaca: la tenaz sucesión de los fotogramas.

Aunque creo que Match Point (Woody Allen, 2005) hablaba de otra cosa.