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sábado, julio 22, 2006

Rushdie compone a su propio asesino


Salman Rushdie alcanzó fama mundial cuando extremistas musulmanes lo amenazaron de muerte por las ideas que podían encontrarse en sus ficciones. No obstante, en Shalimar el payaso, el escritor redobla la apuesta y continúa vertiendo sus polémicas opiniones sobre el Islam. Específicamente, en esta novela explora el surgimiento de dos personalidades diversas: la de un diplomático americano involucrado en oscuras actividades secretas y la de un terrorista fundamentalista islámico. Son víctima y victimario con dos cosmovisiones opuestas del mundo. Pero además, Rushdie complejiza y enriquece la historia sumergiendo a estos personajes en una disputa privada que, como corresponde en toda buena novela, tiene que ver con una mujer.
Capítulo tras capítulo, el autor nos traslada a través del tiempo y del espacio. La historia parece surgir del corazón de Cachemira, donde un joven musulmán y una chica hindú se enamoran. Luego nos vemos transportados a Alsacia durante la Segunda Guerra Mundial, donde un joven judío que pierde a sus padres en un campo de concentración se transforma en un activo miembro de la Resistencia. Estas dos historias convergen en Los Ángeles alrededor del año 2000, en que víctima y victimario se encuentran cara a cara.
Pero uno de los pasajes más llamativos de la novela se produce cuando Shalimar el payaso entra en la clandestinidad transformándose en terrorista. Este pasaje tiene un momento clave: cuando Shalimar comete su primer asesinato. Y, paradójicamente, la primer víctima no es otra que el propio Rushdie: un escritor occidentalizado crítico del Islam, cuya descripción física coincide con la del autor. Rushdie enfatiza el hecho de que Shalimar sólo cumple órdenes, que no conoce a su presa ni entiende los motivos que la organización tiene para matarlo. En todos los rostros, él sólo puede ver el rostro del hombre que en realidad desea matar: el diplomático americano que corrompió a su mujer.
En una entrevista otorgada recientemente, y reproducida por Ñ, Rushdie reflexiona sobre la naturaleza de los terroristas. Se le pregunta si al componer unos personajes marcados por los saqueos, las violaciones y las humillaciones de sus comunidades, el autor no está justificando el terrorismo y, con ello, realizando una concesión a quienes lo amenazan de muerte. El novelista contesta que tal vez su trabajo esté marcado por un intento de comprender, pero que ese entendimiento no tiene por qué ser sinónimo de aceptación. En síntesis, Rushdie crea una novela original donde no falta ningún elemento: política, religión, romance, intriga y un toque sobrenatural. Un ítem en contra: una traducción plagada de españolismos y un tanto imperfecta que conspira contra la escritura de Rushdie.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me dieron ganas de este Rushdie.
me tentó tu comentario.
y esa respuesta de Rushdie sobre que la comprensión no conlleva, necesariamente, la aceptación, me parece muy interesante, y en particular, para ser internalizada por varios "progres" que cunden en diversos ámbitos intelectuales del país.
y una última cosa.
sinceramente, no entiendo el por qué de la queja en torno a la presencia de "españolismos" en las traducciones. Eso mismo vengo escuchando desde hace mucho tiempo, por ejemplo, de las traducciones que edita Anagrama.
ahora bien, si las traducciones se hacen (y se pagan) en España, es lógico que tengan esos modismos de allá.
en todo caso, volvamos a los '50 o '60, donde había una interesante línea de traducciones en la Argentina, en concordancia con un sector editorial bastante desarrollado. Luego, con la concentración económica del medio editorial y la dictadura (en orden inverso, para ser más precisos, pero concadenados uno y otro), las traducciones cambiaron de lugar de realización, y España pasó a ser su cede.
por lo tanto, amén que después de leer tantos libros provenientes de la Península uno ya se acostumbró a sus giros y modismos, no nos deberíamos quejar más -me parece- por algo que es natural: yo te pago la traducción, vos (el traductor) traducí en "mi" español...
saludos

Anónimo dijo...

horror, y disculpas.
no "cede", sino "sede".