Yo no vi la fiesta inaugural del mundial porque siempre me aburro con ese tipo de cosas. Pero hoy, pocos minutos antes de la final, pude ver su clausura. Era una mezcla bizarra. Estaban los muchachos de Il Divo, unos europeos que la pegaron por acercar el canto operístico a la música popular. Aparecía de invitada una cantante negra que no juné, pero que no aportaba demasiado. En la pantalla gigante mostraban imágenes del mundial. Parece que lo más pintoresco que encontraron fueron las tomas del DT de Portugal puteando y de un árbitro echando a un brasileño. Sin solución de continuidad comenzó un show protagonizado por una especie de murgueros (plaga que parece que ha trascendido ambas márgenes del Plata) pero los acompañaban unas chicas bailando con ropa y estilo de porrristas americanas. Después aparecían unas negras gordas con vestidos grandes chillones, que parecían un grupo de Gospel, al que se sumaba el canto de la colombiana Shakira en inglés y con danzas árabes. A Shakira la acompañaba un muchacho con onda reggae. En la tribuna bailaban divertidos franceses, italianos y alemanes, y por supuesto, ponjas que nunca faltan. El tramo final del mundial estuvo monopolizado por europeos, pero las culturas minoritarias y tercermundistas aportaron el color. Tal vez en eso consista la globalización.
miércoles, julio 12, 2006
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