La historia personal de Ahoron Appelfeld es dramática: niño de familia judía que es trasladado a un gueto, luego a un campo de concentración, presencia el asesinato de sus padres, logra escapar y vive oculto durante la guerra, para trasladarse a Israel y tomar la profesión de escritor. Estas viscisitudes son contadas en el fantástico prólogo del libro, que consiste en una entrevista realizada por Philip Roth. Esta charla, en el apacible hogar del ya anciano Appelfeld sirve para explicar la temática y las peculiaridades de un libro como Badenheim 1939.
Es un breve relato que cuenta como comienza la segregación y el planeamiento del progrom judío en un pequeño pueblo. Roth y Appelfeld dialogan sobre la candidez del pueblo judío, la extrañeza que produce la mansedumbre con que se dejaron llevar a la muerte. Y visto en una diminuta localidad integrada, sin problemas de racismo ni separatismo previos, esa política irracional y la tranquilidad con que los judíos la aceptaron es resaltada en su absurdo. Se trata de una novela con un clima y unos personajes increíbles: un pequeño balneario en el que se realiza un importante festival de música. El empresario que organiza el evento, su mujer demente, el pastelero, un estudiante y su novia, dos prostitutas muy amables, una loca escapada de un psiquiátrico, una camarera medio judía, los músicos y el rabino componen el elenco de una historia sencilla y terrible con un barniz de humor. El contexto político, la denuncia y el horror son obviados; Appelfeld sólo se concentra en la inocencia con la cual los habitantes del pueblo aceptaron inscribirse en un padrón y ser llevados a Polonia, en un relato en el que, increíblemente, queda aún espacio para unas pinceladas de humor.
Roth sintetiza brillantemente los supuestos de la escritura de Appelfeld [perdón por lo extenso de la cita]:
"Su materia literaria no es, sin embargo, el Holocausto, ni siquiera la persecusión de los judíos. Ni, a mi modo de ver, es narrativa judía lo que él escribe, ni, ya que estamos, tampoco israelí. Tampoco, dada su condición de ciudadano judío de un Estado compuesto en su mayor parte por inmigrantes, es la suya una narrativa del exilio. Y, a pesar de que muchas de sus novelas están ambientadas en Europa y tienen ecos de Kafka, sus libros, escritos en hebreo no son narrativa europea. De hecho, todo lo que Appelfeld no es nos arroja a la suma de lo que es, a saber: un escritor desplazado, deportado, desposeído y desarraigado. Appelfeld es un escritor desplazado que escribe una narrativa desplazada, que ha hecho del desplazamiento y la desorientación su tema más exclusivamente propio. Su sensibilidad -marcada casi desde la cuna por el solitario vagabundaje por unos parajes que no presagiaban nada bueno- parece haber generado espontáneamente un estilo que evita la concreción, un estilo de desarrollo atemporal y giros narrativos frustrados, que viene a ser una extraña realización de la mentalidad desplazada puesta en prosa. Tan única como el tema es la voz que se origina en una conciencia herida, concertada en algún punto con la amnesia y con la memoria, que sitúa el relato a mitad de camino entre la parábola y la historia."
miércoles, mayo 16, 2007
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