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miércoles, noviembre 29, 2006

La simpleza de un día de sol

Hoy fue un día espectacular en Mar del Plata. Ideal para la playa. Incluso para el mar. Llamo a una amiga que se desocupa a la una de la tarde. Si quedo con alguien, estoy obligada a salir rápido. Empiezo los preparativos, que el bolso, que el protector, que la malla. Y llaman por teléfono y cosas que resolver. Y llegan mails y cosas que hacer. Y envían mensajes que hay que contestar. Y empiezo a pensar que tengo que llegar a la una a buscar a mi amiga al trabajo y que no me alcanzan los minutos aunque los estire como un chicle. No importa, mando todo a la mierda, armo el bolso rápido olvidándome la mitad de las cosas. Me voy con el trabajo sin hacer. Me siento un poco mal hasta que veo el color azul del mar. Y ese aroma tan encantador de la playa. Y tanta gente al pedo tomando sol que es un encanto. Y que seguro que no se sienten culpables.
Y ya bien instalada se acerca un chico con unos libritos que ofrece a los felices bañistas de un miércoles al mediodía. Me quedo con el impreso por unas monedas (Perdón. Las únicas que había en mi monedero). Horas más tarde hago en casa el trabajo atrasado. Y ya a la noche, después de terminar la novela a la que le faltaban unas páginas (Cucurto entrañable) me acuerdo del librito en el bolso de playa.
Y resultó que me gustó. Que el chico que en la playa reparte su literatura con candidez, escribe cosas simples y lindas. Se llama Agustín Vispo, y su librito es Ascensor al espacio. Tiene 14 páginas con relatos, poemas, juegos de tipografía. Si se lo cruzan al chico por ahí, agarren el librito. Ingenioso marketing el del pibe.
Lo que más me gustó es un texto que se llama Anotación. Seguro porque habla de un amor, intuyo que también de una pérdida, y le pongo a ese diálogo tantas cosas mías [yo siempre igual de pelotuda]

"Las cosas que no le contamos a nadie se pierden para siempre.
Por eso cuando ella me pregunta si estoy escribiendo le digo que sí, que un montón. Que antes todas las boludeces que se me ocurrían se las contaba a ella, y ahora las tengo que anotar.

Sí. Que bueno que estés escribiendo, me dice. Y yo también estaba contento.

Pero pensé que entre escribir y ser feliz me quedo con la segunda.

No se lo dije porque me pareció una boludez, así que ahora lo tenía que anotar."

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