¿Qué regalarle a un padre romántico?
Un disco con voces femeninas bellas, como por ejemplo, We All Love Ella (homenaje a Ella Fitzgerald con la participación de cantantes clásicas y jóvenes), The Orchard de Lizz Wright (joven cantante de jazz que, al ser hija de un predicador, tiene una profunda influencia del gospel) o Frank, de Amy Whinehouse (nuevo disco de esta flacucha reventada que sorprende con una voz fuera de lo común).
...y a un padre joven canchero?
El último disco de Jack Johnson Sleep Through the Static (más canciones surfer muy disfrutables) o el disco de Jehro (cantante marsellés muy influido por el reggae). Unos discos lindos que les recordarán sus años de rastas y porros.
...y a un padre clásico?
Una ópera en DVD. Si todavía no comenzó a mirarlas correrá el riesgo de volverse un adicto que en toda charla te contará el argumento de Tosca o La traviata (es el efecto secundario del subtitulado y la imagen: la ópera deja de ser unos gritos de belleza musical, pero significado indescifrable en italiano o alemán, y ese descubrimiento amerita ser compartido con todos los que se crucen en nuestro camino)
... y a un padre tanguero?
El último disco de Horacio Molina Buenos amigos que recorre tangos clásicos con guitarra y una voz que más que cantar recita, o el disco Tangos de Hugo Díaz, ya que este armoniquista se ha puesto de moda por componer la música de la película Los falsificadores.
...y a un padre jazzero?
El disco doble de Jarret que recopila los años en el sello Atlantic. Aluciante porque es el único disco que se consigue de él que no está en el sello importado ECM con lo cual el hijo, además de quedar bien, se salvará de la quiebra.
...y a un padre lector de buena literatura?
Algún libro de Sandor Marai, preferentemente La extraña, por ser el último editado que aparece recomendado en todos los suplementos.
... y a un padre nostálgico?
Un árbol crece en el Brooklyn que es la historia de una familia en Nueva York a principios del siglo XX, pero que también es un poco el relato de vida de todos los inmigrantes, sus hijos y sus nietos con la ambición por progresar en un mundo que era más duro, pero también más sencillo.
...y a un padre que le gusta el policial?
Una novela de Hennning Mankel, este sueco que ha renovado el género. En especial, El retorno del profesor de baile, que se ha transformado ya en un clásico que une el policial clásico con la historia europea, tocando un tema delicado como el colaboracionismo.
...y a un padre con berretines científicos?
La historia del todo. El origen y el destino del universo de Stephen Hawking, que con tan grandilocuente título nos habla de la voluntad de este divulgador científico de poner teorías complejas al alcance de todos.
...y a un padre con gusto por el arte?
Vas a quedar muy bien regalando la Historia de la fealdad de Humberto Eco, 1001 pinturas que hay que ver antes de morir o un libro sobre Leonardo o Rafael. Están salados pero en caso que tengas que enmendar algún error compensás por un lustro y las tarjetas de crédito ofrecen cuotas)
...y a un padre que le gusta amargarse con la historia y la política argentina?
Fuimos todos del Tata Yofre que pese a tener una interpretación bien marcada del Proceso, está muy documentado y ofrece mucho material para la reflexión y la polémica ya desde el nombre y la foto de tapa.
...y si no tenés idea de que le gusta o le interesa?
Comprale otro sweater.
martes, junio 10, 2008
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2 comentarios:
O sino otro colonia.
Tu gobierno! carapintadas?
Nuevos actores para romper cacerolazos
Son los grupos oficialistas que actuaron en la Plaza de Mayo y la quinta de Olivos
Las fuerzas de choque -denominadas por sus detractores "tropas de asalto"- de las que Néstor Kirchner suele servirse para correr a los caceroleros y otro tipo de detractores de las plazas le jugaron una mala pasada al ex presidente anteayer, a primeras horas de la tarde. Cuando en Olivos más los necesitaban, Luis D Elía, Edgardo Depetris y Emilio Pérsico estaban en Rosario, ofreciéndole un homenaje a Ernesto "Che" Guevara en el 80° aniversario de su nacimiento, junto con Aníbal Ibarra, Patricio Echegaray y Miguel Bonasso, entre otros.
Kirchner debió echar mano de su back-up para estos casos: un conjunto de agrupaciones conocidas en la Casa Rosada como "la armada Brancaleone", que comenzaron a ocupar la Plaza de Mayo con pelotones de 200 a 300 militantes, a eso de las 3 de la tarde.
A la cabeza de estas agrupaciones estuvo el teniente coronel Sergio Berni, un militar en actividad -con licencia especial del Ejército-, ex carapintada, que se desempeña como subsecretario de Desarrollo Social. Berni es, desde hace años, la mano derecha de Alicia Kirchner y conduce una legión llamada Militancia Social.
El otro afluente fue el grupo La Cámpora, que se identifica a menudo con Máximo Kirchner, el hijo de la pareja presidencial, pero que en los hechos conduce José María Otavis, colaborador de Oscar Parrilli en la Secretaría General de la Presidencia. También acudieron a evitar que la Plaza fuera tomada por los caceroleros de la clase media porteña los organizadores del comedor Los Pibes, conducidos por Lito Borello.
Ausente Pérsico, en la emergencia del sábado lo reemplazó su rival Pablo Vera, quien conduce una fracción disidente del Movimiento Evita. Aunque más bulla hizo Héctor "Bochi" Metón, viceministro de Acción Social de la provincia de Buenos Aires y uno de los máximos expertos en "piqueterismo" con que cuenta el Gobierno. Metón es pariente de Aníbal Fernández y le atribuyen haber sido el introductor de su primo político en el PJ. Mezclado con él, otro histórico, aunque de Guardia de Hierro: Guillermo Quinteros y un centenar de activistas.
El monitoreo de toda esta movilización corrió por cuenta de un funcionario del corazón del gobierno: Rafael Follonier, coordinador general de la Unidad Presidenta. Follonier es un ex guerrillero, militante del PRT -fuerza política de superficie del ERP-, a quien en un elenco más previsible que el del oficialismo actual sería impensable registrar en el mismo campo que el carapintada Berni. Pero a Kirchner, como a todo buen peronista, esas contradicciones lo tienen sin cuidado.
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