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martes, junio 26, 2007

Sándor Márai: La hermana, Salamandra

“... en el destino de una sola persona la fatalidad puede condensarse con la misma intensidad que en el de pueblos enteros.”

En El último encuentro Márai nos retrata la ordenada vida de un juez, que debe llevar un juicio de divorcio que lo conmociona. El marido, un médico prestigioso a quien conoció en su juventud, irrumpe en su casa a medianoche para contarle la desdichada historia de un amor contrariado. El médico narrará su historia hasta la madrugada siguiente, y su voz se transformará en el centro de la novela, creando una historia dentro de la historia que uno no puede dejar de leer de un tirón.
En su siguiente novela, y la última del escritor húngaro antes de exiliarse en Estados Unidos a causa de la ocupación soviética de su país, utiliza un recurso similar. Un escritor se encuentra en un hotel de montaña con un famoso pianista misteriosamente desaparecido de la escena artística. Una extraña y dolorosa situación vivida en el hotel induce al pianista a franquearse con el escritor, contándole íntimos y dolorosos detalles sobre la enfermedad que lo obligara a abandonar la música. Años más tarde el escritor recibe un legado: un curioso escrito en el que el pianista cuenta su historia. Este relato en primera persona es el corazón de la novela de Márai.
Z. es un famoso compositor y pianista en el apogeo de su perfeccionamiento y de su fama. Decide, en medio de la guerra, realizar una gira por Italia, que paralelamente le sirve para alejarse de una relación enfermiza con la mujer de un amigo. Pero luego de su primer concierto enferma gravemente, y entonces el relato se transforma en una lúcida y desgarradora narración sobre la enfermedad, el dolor, el efecto de los fármacos (especialmente la morfina), la función de los médicos y las enfermeras. Pero sobre todo, en la relación entre la enfermedad y Dios, en donde anida la voluntad de vivir, en lo determinantes que pueden ser los estados psicológicos y como un pequeño gesto puede salvarnos la vida. Z. se cura, pero la parálisis de dos dedos lo alejan definitivamente del piano.
El suicidio de una pareja de amantes o la lucha contra la enfermedad de un hombre son dos historias que transcurren en medio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras las ciudades son arrasadas y pueblos enteros diezmados, podemos aún conmovernos por dramas individuales que en la voz de Márai resultan una especie de metáfora de las desgracias colectivas.
Así como Z., al verse privado del dominio de sus manos, pierde su profesión y pasión por la música, Márai al exiliarse pierde la posibilidad de ser leído en su lengua, y por ende, su carrera de escritor. De la misma manera en que varios años después de su enfermedad el pianista muere en Suiza sin encontrar un nuevo sentido para su vida, Márai se suicida en Estados Unidos en 1989, paradójicamente pocos meses antes de la Caída del Muro de Berlín, situación que le hubiera permitido regresar a su país y ser reconocido. Márai goza póstumamente de gran prestigio en Hungría y en el mundo, gracias a la recuperación de sus obras y su traducción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es en "el último encuentro" que se tramita un divorcio, sino que en "Divorcio en Buda"

Una pequeña corrección simplemente.

Saludos.

F.