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martes, junio 26, 2007

Puertas para entrar y salir de la ficción

Domitille y Jean- Oliver Héron: El libro que tenía un agujero, Lumen. [Infantil]

Para que un cuento infantil sea bueno influyen una infinidad de factores. Una historia divertida y bien contada, buenas ilustraciones, y algún guiño a los mayores –que son los que noche a noche deben contar los cuentos- son factores indispensables. Todo eso ocurre con el sorprendente El libro que tenía un agujero, que ostenta, de hecho, una perforación que va de la tapa a la contratapa. Y ese recurso sirve para contar la historia de una familia de ratones que descubre que por ese agujero se puede salir a la realidad. Ese pasaje tiene ventajas: pueden conocer todo un mundo nuevo en tres dimensiones (en lugar de la bidimensionalidad del libro) y experimentar miles de cosas; pero también desventajas: se ven amenazados por un gato en un universo complejo en el que no basta dibujar las cosas con papel y tinta para poseerlas. La familia se debate y divide entre quienes sienten conveniente ir afuera y los que no, y entran y salen por el agujero viviendo divertidas aventuras.
Sobre un papel texturado, con ilustraciones clásicas en tonos pastel, este libro de origen francés nos cuenta una ingeniosa historia de ratones que disfrutan grandes y chicos. Bien lejos de los cuentos habituales en colores estridentes, los ratones se deslizan del mundo del papel al verdadero, y de éste de nuevo a su cuento, fascinándonos con un relato para leer y releer, y releer.

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