La idea de los géneros en el cine es básica: poder decir si se trata de una comedia, un drama, una película romántica o un film político forma parte de las definiciones mínimas.
Sin embargo, a Desayuno en Plutón le caben todas esas definiciones a la par, y eso es lo que la hace tan original y conmovedora. El drama sobre un niño abandonado, un travesti, una sociedad subyugada y violenta, son mostrados bajo una luz diferente que no excluye ni el humor, ni la belleza de la fotografía, ni el romance, ni la excelente música, ni la esperanza.
La historia transcurre en Irlanda en los '70, ambiente que sirve para retratar toda clase de cuestiones: la religión, la génesis de la lucha armada en Irlanda, la marginalidad del travestismo. Una escena resulta reveladora de los problemas por los que debe pasar Patrick. En un momento lo acusan de poner una bomba en Londres: su condición de travesti irlandés lo sindica como el principal sospechoso. Sin pruebas contra él, y en vista de que las golpizas no engendran una confesión, la policía inglesa decide liberarlo. Patrick se resiste: una estrecha celda es preferible a la dureza de la dicriminación, la prostitución, la angustia de no tener donde pasar la noche. Y esa terrible idea es transmitida en una escena breve y divertida donde un Patrick chaplinesco se resiste a abandonar su lugar de detención, mientras dos policías desconcertados, y en el fondo bondadosos, lo arrastran hacia afuera.
Pese a sus problemas y su marginación Gatita vive en el mundo glamoroso de su imaginación e intenta, y logra, salir adelante.
martes, junio 05, 2007
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