La mayor parte de mis amigos son gente razonable y respetuosa del próximo. Pero todos tenemos algún punto oscuro en nuestra forma de pensar. Alguna idea ilógica y desmedida. Una fobia o anomalía que no puede ser neutralizada con ningún argumento.
Por ejemplo, mi amiga M odia a los brasileños. Dice que no puede soportar el idioma portugués, que le parece desagradable al oído. Mi amiga C dice que no tiene problemas con los gays, pero que no soporta la manía de las lesbianas de vestirse mal. Mi amigo P no se banca a los chinos porque sus supermercados son sucios y tienen las cosas vencidas (de nada sirve decirle que no todos los supermercados chinos son así, ni todos los chinos tienen supermercado). Yo no soporto a la gente que estaciona los autos en las bajadas para discapacitados. Y siempre me imagino castigos desmedidos paras los automovilistas irresponsables.
Este cuadro en si mismo es un argumento en contra de las autarquías.Estos amigos a los que me refiero son gente preparada e inteligente, y si se presentaran a algún cargo electivo, seguramente los votaría. Pero no me gustaría que fueran dictadores, porque sé que no podrían evitar tomar medidas desproporcionadas e injustas en relación a sus odios. M prohibiría la inmigración brasileña, pediría un visado especial para turistas, y pondría un impuesto a la música en portugués. C firmaría un edicto para que las lesbianas estén obligadas a vestirse bien. P prohibiría los supermercados chinos. Yo castigaría con azotes públicos a los infractores a las leyes de tránsito.
Por eso está bien que no haya dictadores. Porque si M quiere una ley contra los brasileños, P se lo impediría como legislador argumentando que es un disparate ofender a nuestros hermanos brasileños, aunque él quiera cosas peores para los chinos.
Por ejemplo, mi amiga M odia a los brasileños. Dice que no puede soportar el idioma portugués, que le parece desagradable al oído. Mi amiga C dice que no tiene problemas con los gays, pero que no soporta la manía de las lesbianas de vestirse mal. Mi amigo P no se banca a los chinos porque sus supermercados son sucios y tienen las cosas vencidas (de nada sirve decirle que no todos los supermercados chinos son así, ni todos los chinos tienen supermercado). Yo no soporto a la gente que estaciona los autos en las bajadas para discapacitados. Y siempre me imagino castigos desmedidos paras los automovilistas irresponsables.
Este cuadro en si mismo es un argumento en contra de las autarquías.Estos amigos a los que me refiero son gente preparada e inteligente, y si se presentaran a algún cargo electivo, seguramente los votaría. Pero no me gustaría que fueran dictadores, porque sé que no podrían evitar tomar medidas desproporcionadas e injustas en relación a sus odios. M prohibiría la inmigración brasileña, pediría un visado especial para turistas, y pondría un impuesto a la música en portugués. C firmaría un edicto para que las lesbianas estén obligadas a vestirse bien. P prohibiría los supermercados chinos. Yo castigaría con azotes públicos a los infractores a las leyes de tránsito.
Por eso está bien que no haya dictadores. Porque si M quiere una ley contra los brasileños, P se lo impediría como legislador argumentando que es un disparate ofender a nuestros hermanos brasileños, aunque él quiera cosas peores para los chinos.
El problema es cuando las fobias individuales se tornan colectivas y mayoritarias. Entonces los disparates comienzan a ser vistos como argumentos razonables, y estamos perdidos, sea cual fuere nuestra forma de gobierno.
1 comentario:
Si alguien habla mal de un judío es antisemita, si habla mal de un boliviano es xenófobo. Pero parece menos grave criticar a los brasileños y a los chinos. Es racismo igual.
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