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sábado, octubre 28, 2006

Yasunari Kawabata: El sonido de la montaña

La obra del escritor japonés Kawabata está constantemente marcada por un esteticismo acusado sobre un fondo nostálgico. El sonido de la montaña, no escapa a esta regla. Esta estupenda novela de reciente edición castellana cuenta de forma bella una historia trágica. Es la de un hombre que entrando en la ancianidad escucha el llamado de la muerte a partir del sonido de la montaña. Es entonces cuando realiza un amargo balance de su vida. Atrapado en un matrimonio con una mujer que tal vez nunca amó, con el recuerdo recurrente de su bella cuñada fallecida, y hondamente preocupado por la suerte del matrimonio de sus hijos. En tanto que su hija mayor abandonó al marido trasladándose con dos hijas pequeñas a la casa de sus padres, su hijo –que vive con su esposa en la casa paterna- mantiene un amorío de manera poco disimulada. En este espacio vital, la figura de Kuniko, su nuera, se recorta con nitidez. Kuniko no es sólamente la única en el hogar que parece comprenderlo y atenderlo; su halo de sensualidad y pureza irá invadiendo los sentidos de Shingo hasta crear situaciones límites para los personajes.
El sonido de la montaña es una obra plagada de un intenso simbolismo natural, que recurre a los pájaros, los árboles y las flores como elementos perennes, a la par que renovables. El significado de muchos motivos puede escaparse a partir de la traducción y la lectura occidental, pero el trasfondo del cuadro puede leerse con claridad. La historia de Shingo no es sólo la de un hombre viejo y decepcionado, sino también la de un país golpeado. El sonido de la montaña, escrito entre 1949 y 1954 retrata el Japón de la posguerra: los hombres quebrados por la experiencia bélica, las viudas con un dolor inconmovible, la ética desencantada del vencido, y los valores occidentales permeándose en toda la sociedad, dando cuenta de una última batalla perdida: la del Japón tradicional versus la cultura norteamericana.
La insoportable hermosura de la escritura de Kawabata arrastra a cualquier lector a un estado nostálgico voluntario, que puede continuarse con cualquiera de sus obras: Lo bello y lo triste, Primera nieve en el Monte Fuji o País de nieve.

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