Fui a ver Solos no convencionales, espectáculo interesante presentado en un nuevo espacio cultural (Luro y Guido). Se trataba de una atrayente fusión entre teatro y danza en el marco de una presentación original. La idea de desesteriotipar los conceptos de público y escena, fue llevada al extremo. Cada intervención tenía lugar en un punto diferente de la casa: del desván al patio, de la sala a la calle. Había un par de espectáculos capaces de poner nervioso a cualquiera, chicas psicóticas con plumeritos que uno temía que pudieran aparecer en Mujeres asesinas. Pero bueno, cuando uno va a ver estas perfomances lo hace a sabiendas de que no va a ver algo convencional, y tiene que estar preparado para lo peor y lo mejor: danzas exóticas en el desván, shows en la calle en un carrito de supermercado.
Intento quedarme con lo que piensa mi amiga Isa: que es mejor hacer algo que nada, que quien no hace nada no tiene derecho a criticar a quien se anima a la escena (al plumerito, número en changuito del super o lo que sea). Es preferible ese optimismo a veces absurdo, que la postura de otro espectador habitual del teatro marplatense: el que va a todos los espectáculos, pero insultándose internamente a sí mismo, porque sabe que no va a encontrar nada al nivel de sus expectativas. Los únicos motivos válidos para concurrir a estos sitios son el ya mencionado de la comida y bebida gratuita, y el de mi amigo M. que busca siempre chicas lindas, pero un tanto extraviadas. En ese aspecto, el teatro resulta una cantera inagotable.
martes, octubre 03, 2006
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