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martes, abril 24, 2007

Maximiliano, diez años después

El sábado fui a ver Maximiliano diez años después, obra teatral que a las 22 hs. puede verse en el Séptimo Fuego (Bolívar 3675). Sala teatral que no cuenta con muchas comodidades, pero sí con la virtud de tener obras y muestras todo el año. Mientras esperamos que empiece la función podemos ver la exposición fotográfica de Julián Rodríguez (fotos de noche que ya había expuesto en la peluquería Galileo) y además nos convidan con un cafecito.
Pasamos a la sala un tanto húmeda y fría, pero se nota que la obra es buena porque logro olvidarme de las incomodidades para concentrarme en las buenas actuaciones, las pinceladas de humor, el escape a los lugares comunes del teatro independiente. Un texto que no sigue una línea cronológica, pero que no por ello implica la ausencia de guión. Unos personajes bien delineados y construidos, con presencia impactante (Pedro Benitez como Maximiliano, especialmente), actuaciones sorprendentes (Elizabeth Mola haciendo de chica hueca es genial), un juego con el cuerpo y los efectos equilibrado (Restituto, colgado de la lámpara, interpretado por Leopoldo Pereyra), absurdo divertido (Sifonazo, por Matías Eandi aporta la nota de comicidad necesaria).

Así que Maximiliano diez años después es una muy buena opción para el sábado a la noche. No se la pierdan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Maximiliano es una excelente obra y en eso estoy de acurdo y la recomiendo. Pero quiero decir que los que conocemos la Sala del Séptimo Fuego, sabemos que la calidez no pasa por la calefacción y la comodidad no pasa por la butaca en la cual nos sentamos a disfrutar del teatro. Las salas del "teatro comercial" ofrecen un mullido asiento y una climatización agradable, pero los temas de arriba del escenario, suelen no modificarnos internamente. Eso no pasa, afortunadamente en el Séptimo...
Natalia.-

Sibelius dijo...

Natalia: Cuando me refería al frío de la sala lo decía en un sentido concreto y no metafórico. Obviamente la calidez en el Séptimo Fuego pasa por otra parte. La iniciativa de Teatro a las chapas me parece que tiende a mejorar el espacio para quienes hacen teatro allí y para el público que va a ver una obra.

Anónimo dijo...

Creo, Natalia, que hay que diferenciar el sentimiento de quien hace teatro independiente en un lugar , generando una corriente de afecto por el espacio tenga o no techo, haya o no humedad, con la experiencia del público. Si paga $10 la entrada va a valorar ver una excelente obra, pero también puede sentirse molesto por las incomomidades. No es su espacio, es un espectador, y merece ser tratado lo mejor posible. Las salas de teatro marplatenses suelen confundir la independencia y la profundidad con la mugre y la incomodidad. Salvo por los casos de El Atelier y el Caldero (sin discutir aquí lo que se hace en esos espacios), la mayoría de las salas son poco amigables para el público o los estudiantes.
No son demasiados los espectadores del teatro independiente (espectadores reales, sacando a los parientes y los amigos que van por obligación), por eso, procuren no matarlos de neumonía.

Anónimo dijo...

creo que sibelius tiene el culo frio donde sea que se siente.sifonazo