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martes, enero 24, 2006

Horacio en la laguna, por A.C.

Asiduo a la vida familiar al aire libre Horacio tiene una marcada preferencia por los ambientes que, además del preciado verde, lo miman con una posibilidad acuática; quizás por ser amante del arte de la pesca, quizás porque le ofrezca un refrescante oasis a su vida cotidiana, el agua siempre tiene una particular atracción en la elección de los momentos de distensión de nuestro amigo.

Llega el fin de semana y la oferta es variada: la playa, aunque en este caso la franja térmica es una limitante – o menos de 10 en mayo a tomar mate o mas de 35 en enero a rostizarse, pero este es un tema aparte - ; tal vez algún río o preferentemente un “canal” numerado – canal 5 o que tal en el 2? -; siendo los lagos un definitivamente exótico – y bastante aburrido– recuerdo de su luna de miel, llegamos a la Reina de las Reinas, la única que le permite desplegar su potencial, SU lugar …….LA LAGUNA

Domingo a las 9 AM, mate ensillado con la patrona, los chicos aún duermen pero la mente de Horacio no. Vio un resplandor por la ventana de la cocina que indica que el sol hará suya la jornada y el no piensa ser menos. Con “un amargo” despierta a la bruja, y entre susurrando confidente y suplicando infantilmente le dice: -“Y si vamos a la Laguna?”
Como nuestro galán sabe portarse bien y sobre todos los sábados por la noche cuando puede dedicarle un poco más de tiempo a las tareas amorosas, la dama responde con un “sí” a sabiendas que la tarea no será fácil pero que gratificara a su gladiador.

Ahora empieza la verdadera historia….

Hay que despertar y cambiar a los pibes pero esa es tarea de ella, Horacio toma el rol de macho que le corresponde y se hace a por la comida al mercadito…..asado por supuesto de tira, chori y morci, medio pollo por si alguien quiere, una marucha que estaba bárbara, una tripa gorda que el carnicero “le guardó para él”, y ya casi estamos….3.8 kilos de carne en total para él, la bruja y los 3 pibes, nada de quedarse corto….seguimos en la verdulería: un morrón para la parrilla, lechuga mucha porque no hay tiempo de hacer la de “papa y huevo”, algunos tomates y dos o tres cebollas para “la mixta”. Dos gaseosas Mr. Cola, una soda de botella – se acordó que se quedo sin carga del Drago, que lo parió…-, y dos cajitas de tinto para matizar. Al lado de la caja cargamos las dos bolsas de carbón – ticket total 55 pesos - y estamos listos para ir hasta la panadería.
De camino compra en un semáforo “El Clarín” - hay otro diario? -, y encara para “El Cañón de Oro” que hace unas de manteca para chuparse los dedos: docena y media, más casi un kilito de pan y unos bizcochos para el mate redondean los 8 pesitos de la panadería. Ahora si, son casi las 10:30 y estamos con las provisiones listas.

Llega a casa y los pibes están levantados y casi todo preparado, equipo de mate para el viaje de 1 horita, solo queda cargar un par de pavadas en el auto y listo: las pelotas – 2 para que no se peleen -, paletas y pelotitas, el “frisbi”, los dados por si se pone feo, dos reposeritas un poquito oxidadas pero que “tiran”, la parrillita plegable, un bidón con agua por las dudas, un par de lonas para tirarse a dormir, la helatodo cargadita, la radio portátil, unos buzos y unas camperas para los pibes por si refresca, las gorras, una caña chiquita para ir enseñándole “al más grande” y lo fundamental…la “plegable de fórmica” con las banquetas adentro, también conocida como “la valijita”

El destino quiere que muchos hayan coincidido con nuestro inspirador amigo y las rutas están particularmente atestadas este domingo, pero el viaje que finalmente lleva una hora y media no cambio el humor de Horacio que valientemente llega a destino casi a las 13 horas. Con este panorama no hay tiempo que perder y prender el fuego es la prioridad, así que mientras la doña prepara las ensaladas, le tiramos la pelota a los pibes y largamos con el carbón y unas maderitas hasta que agarre bien fuerte la cosa. Media hora después de transpirar bastante y sacrificar para prender el fuego la parte que no sirve del diario – todo menos el sagrado suplemento deportivo y la revista -, pone la carne y las achuras juntas porque no hay tiempo, pero en un ratito podremos comer; mientras tanto hay que armar la mesa y disfrutar de una picada – aunque mucho no, porque entre los chicos sueltos que se escapan y que hay que cuidar la carne, se complica – con bastante pan y un “picado fino” que la patrona trajo de sorpresa.

Son casi las 3 de la tarde y el aburrimiento de los pibes y el hambre hicieron estragos del pan y la ensalada cuando nuestro Rey asoma con un chorizo clavado en su trinchete de asador; finalmente la mesa se deleita con la morcilla, el chorizo, la tripa y la maruchita, pero ya no queda lugar en el estomago para el asado y menos para el pollo. Se hicieron las 4 cuando se corona con una sandía que compró en el camino que, aunque media calentita porque no entró en la Helatodo, estaba bárbara.

Ahora si le llegó el momento de relax mientras la patrona levanta todo, los pibes ponen alguna FM en la portátil y se dan un bañito entre los juncos, Horacio se tira a descansar placenteramente en el auto que a esta altura tiene la cuerina del asiento a unos masajeantes 45 grados.

20 minutos después un sobresalto lo despierta ...EL PARTIDO….y abriendo las puertas del móvil para escuchar bien de afuera, se clava el dial en la transmisión del encuentro; momento de Nirvana para Horacio que no habla ni percibe ningún otro sonido ni sensación, ni siquiera la cara de embole de su mujer que ya ojeo la revista del diario y que para controlar a los pibes que por su parte ya se pelearon 2 veces, saca las facturas y los bizcochitos…solo el sorbo final de la bombilla retrotrae parcial y esporádicamente a Horacio a la realidad por los próximos 105 minutos.

Se hicieron pasadas las 6 y todavía queda limpiar la parrilla, armar la valijita, juntar las pelotas, vaciar la Helatodo y cuantas cosas más…
Sabe que el viaje de vuelta lo tendrá en su casa pasadas las 8, que estará sucio y cansado sin entender muy bien por que, que aunque nunca saque la cuenta habrá gastado más que almorzando en un restaurante, que comerán asado recalentado por 2 días y que su estómago sigue creciendo sin motivos aparentes igual que la lista de cosas sin usar en el baúl.

Pero los pibes quieren volver a darse un chapuzón, y Horacio no les niega nada…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto...esto es Patria.

El ruso