“El hombre lento” cuenta la historia de un hombre que en los albores de la vejez sufre un accidente a consecuencia del cual pierde una pierna. A partir de allí la vida de Paul se derrumba. Asiste al ocaso de su masculinidad, se pone en evidencia su soledad y la esterilidad y el vacío de su vida, así como las escasas posibilidades de conservar la dignidad en tales circunstancias. El surgimiento de un sentimiento amoroso por su enfermera, es más un inconveniente que una luz en su tristeza. Las perspectivas de Paul no son realistas, y este amor por una mujer casada, con hijos, plena y feliz, sólo le recuerda a él su propia soledad y el vacío. La aparición de Elisabeth Costello –personaje de otra novela de Coetzee- produce un viraje en la trama. A partir de allí la novela aparece como un contrapunto entre Paul y Elizabeth, dos personas mayores enfermas y sus reflexiones sobre como continuar con sus vidas.
Coetzee retoma en “El hombre lento” temas que ya había abordado en novelas anteriores, que adquieren aquí su forma más acabada: la vejez y las marcas del cuerpo, los sentimientos entre hombres y mujeres muy diferentes, que no necesariamente tienen que ver con lo sexual, la existencia de formas de convivencia extrañas, que producen la sensación de casa tomada, y también la ausencia de los hijos. La última novela de J. M. Coetzee, nos obliga a pensar que este escritor sudafricano es un punto de referencia imprescindible de la narrativa contemporánea.
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