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martes, septiembre 18, 2007

Cristian Rodríguez: Madrugada negra, Adriana Hidalgo

Madrugada negra es la ganadora del Premio de Novela de la Biblioteca Nacional. En su contratapa aparece un comentario de Luis Gusmán sobre el arte de Rodríguez para combinar belleza y horror. La referencia es muy certera porque nos sirve para orientarnos en la tónica de del escrito. A lo que más se parece dentro de la literatura argentina es a Luis Gusmán, porque se adentra en los horrores vividos bajo la última dictadura militar, pero una óptica que no excluye la aproximación a los verdugos. Claro que este acercamiento no es empatía, sino sólo un intento por comprender la clase de cerebro que encuentra excitante la tortura, la vejación, la violencia, la muerte. Y estas ideas van creciendo en capítulos breves que suman en cada paso una pieza, un mecanismo que permite acercarnos a la psiquis de Miguel Arribeño. Por eso la novela es casi un ensayo sobre el espanto, y no tiene un argumento que fluya. Son cuatro o cinco escenas que se repiten, con frases que resuenan cadenciosas torturantes. La novia de la juventud, una puta asesinada en sórdidos parajes, una sesión de tortura.
Excelentemente compuesta y escrita, Madrugada negra no es una novela para estómagos delicados, tampoco recomendable para leer un minuto antes de apagar la luz.

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