Sabido es que el compositor Jean Sibelius era profundamente nacionalista, de manera que en el comercio que lleva su nombre seguimos su estela, y nos dejamos llevar por el patriotismo. Pero en días como el de ayer, este nacionalismo se exacerba hasta transformarse en chauvinismo, a raíz de un par de visitas odiosas. A las 17 llega una pareja de chilenos. Miran todo, tocan todo, consultan el precio de todo. Finalmente parecen decididos a llevar un libro pocket. Piden descaradamente descuento, aduciendo que son extranjeros (¿?). Nosotros no comprendemos por qué tendríamos que hacerle descuento a ellos en lugar de a nuestros connacionales, especialmente cuando A) A ellos el cambio los favorece, B) los libros son carísimos en Chile por pagar impuestos. Es la misma lógica que la de los famosos que pretenden no pagar lo que consumen, cuando son en general los que tienen menos derecho a un descuento, justamente por tener plata. Les decimos que sólo hacemos descuento en caso de compras importantes. Se retiran sin llevar nada. A las 19 llega un argentino españolizado. Es decir, uno de esos emigrados que luego de pasar seis meses en España hablan como si fueran madrileños de ley. Empieza a preguntar precios. ¡Afirma que los discos están caros! El economista a cargo del comercio le saca rápidas cuentas demostrando lo equivocada de la afirmación: los discos importados de Europa están aquí mucho más baratos que en Europa.
Después de la partida de los chilenos y el argentino renegado nos queda un mal sabor, y empezamos a rumiar nuestro odio a los extranjeros y hacia aquellos que habiendo abandonado su tierra vuelven periódicamente con el objeto de criticar todo. Nos ponemos cada vez más chauvinistas, hasta el punto de abogar por una Argentina imperialista que invada Chile (y de paso Uruguay, ya que los orientales están también bastante agrandados). Entonces nos dimos cuenta de que así deben haber comenzado las cosas en la Alemania nacional-socialista. Nos sentimos confundidos y avergonzados, pero esta sensación no mitiga nuestra inquina contra nuestros visitantes.
2 comentarios:
Los argentinos que se fueron entre 1998 y 2001 porque "este pais no les daba oportunidades" , es injusto que ahora hagn algún tipo de reclamo a quienes se quedaron en el quilombo, y siguieron peleando la situación...
Yo no creo que sea ser patriotero, ni fascista...
¿existe alguna denominacion psicologica para aquellos que reniegan de los que son? bueno, esos tipos se comportan de manera fascista. Es n ejemplo obvio que el que hablaba de la raza aria superior era morocho y petiso.
Chofer de taxi II: "Hoy llevé unos pasajeros a Ezeiza y tuve suerte de levantar en seguida una pareja que venía a Buenos Aires. Era gente bien vestida, que parecía formal. En seguida se pusieron a quejarse de muchas cosas: una conversación a la que estamos acostumbrados. De ahí pasaron a decir que los argentinos éramos mentirosos y ladrones. Yo no sabía qué contestarles y empecé a notar que hablaban con una tonadita, por lo que entré a sospechar que eran extranjeros. Ellos mismos lo confirmaron pronto. Dijeron que ellos, los chilenos, estaban mejor armados que nosotros y que nos iban a aplastar como lo merecíamos, por malos 'perdedores' y fanfarrones. Yo todavía trataba de no enojarme y de ver cómo podía arreglarme para que esas palabras no fueran ofensivas. Pero la pareja insistía y a mí me subía la mostaza. ¿Qué le parece hablar así en la Argentina, que ahora estará un poco pobre y hasta en mala situación económica, pero que siempre fue considerada la Francia de América? Y mire el país que nos va a aplastar: Chile, una playita larga, un país de tercera categoría, o quizá de cuarta. Ellos seguían chumbando y yo juntando rabia, hasta que vi un patrullero; me le puse al lado y les dije a los chaffes: 'Llévense presa a esta pareja, que está hablando mal de la Argentina'. Vieran el disgusto que tuvieron los chilenos. Dijeron que ellos no habían hecho nada más que expresar una opinión y que no era posible que los llevaran a una comisaría por eso. En este punto se equivocaron, porque en un santiamén los acomodaron en el patrullero y se los llevaron a la comisaría, sin tan siquiera pedirme que pasara a declarar como testigo. Yo busqué un teléfono público y le hablé a la patrona. Le dije que nos preparara un almuerzo especial, porque me había ganado el día".
Adolfo Bioy Casares “Descanso de caminantes” 2001 paginas 58-59.
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