Tomás Eloy Martínez: Purgatorio, Alfaguara.
"La persona que amas puede desaparecer, los que están en el aire pueden desaparecer"
Charly García
"En esos tiempos la gente desaparecía por millares sin razón aparente. Desaparecían embajadores, amantes de capitanes y almirantes, propietarios de empresas codiciadas por los generales. Desaparecían obreros que salían de las fábricas, peones de campo que dejaban los tractores en marcha, muertos que habían sido enterrados el día anterior y que se perdían de sus tumbas. Desaparecían niños del vientre de sus madres y desaparecían madres de la memoria de sus hijos. Algunas personas que llegaban enfermas al hospital ya no estaban a la mañana siguiente. Más de una vez mujeres desesperadas salían a la puerta de los supermercados en busca de los hijos que se les perdían en los agujeros negros de las góndolas. Unos pocos aparecieron muchos años después, pero no eran los mismos. Tenían otros nombres, otros padres, y una historia que ya no era la de ellos. Y no sólo desaparecía gente: ríos, lagos, estaciones de tren, ciudades a medio hacer se se desvanecían en el aire como si jamás hubieran existido. Era infinito el saqueo de lo que ya no estaba y de lo que podría haber sido."
Dos cartágrafos desencontrados en un país en el que todo desaparece. Ese es el argumento del último libro de Eloy Martínez, y también, su metáfora para expresar la dictadura. Purgatorio es una novela genial que recorre las vicisitudes de la Argentina de los últimos años. Un adentramiento en la médula del último gobierno militar y en el corazón de quienes padecieron la desaparición de un ser querido. Ese doble rol juega Emilia Dupuy: que es la hija de un siniestro e influyente periodista, no sólo partidario del régimen militar, sino propiamente su cerebro (cualquier paralelo con Mariano Grondona correrá por cuenta del lector). Y también, flamante mujer de Simón, un cartógrafo del Automóvil Club, que es enviado a Tucumán a trabajar. Emilia y Simón son detenidos. Ella, gracias a la influencia de su padre, es liberada, pero Simón si bien figura en el libro de salidas de la comisaría, nunca reaparece.
Emilia no puede seguir adelante con su vida, que queda congelada en ese instante. Y se dedica a viajar e imaginar los mapas que harán posible su reencuentro. Cuando Eloy Martínez conoce a Emilia -el escritor usa un recurso que ya ha utilizado en novelas anteriores, que consiste en incluirse como un personaje secundario- ella tiene sesenta años y ambos viven en New Jersey. Emilia no puede superar la pérdida de Simón y, tal vez, a fuerza de desearlo se reencuentren. En un pasado mejorado. En un presente idílico congelado. En un mapa que juntos imaginaron.
martes, noviembre 11, 2008
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