Rachel Cusk: Arlington Park, Lumen.
La joven escritora canadiense radicada en Inglaterra, que fuera consagrada con la aparición de sus escritos en la revista literaria Granta, ha compuesto una nueva novela. Se trata de la vida de las mujeres en los suburbios de Londres en un libro tan bien escrito como deprimente.
La historia transcurre en un día de lluvia en el cual las protagonistas arrastrarán sus dramas íntimos. ¿Sus penurias? Ser infelices con la vida que eligieron para sí mismas, ser abnegadas madres en barrios prósperos.
Así encontramos a Juliet, estudiante brillante a la cual se le auguraban grandes cosas, que termina viviendo en este vecindario conservador y sin gracia, mientras coexiste con un marido a quien considera el culpable de sus desgracias y unos hijos por los que abriga sentimientos ambivalentes. En la puerta de la escuela donde deja a sus hijos se encuentra con un grupo de madres que planean alegremente reunirse a tomar un café: Amanda, Christine, Masie y Stephanie. Pero, en los siguientes capítulos, vamos a enterarnos de que tampoco ninguna de ellas es feliz: porque añoran su trabajo, la vida en Londres, su antigua independencia o figura... todo las torna seres quejosos y disconformes.
Lo bueno del libro de Cusk es que logra transmitirnos que no existen otras culpables de la situación de tedio y agobio que ellas mismas. Cuando Juliet en su tertulia literaria narra la situación de las mujeres inglesas en el siglo XIX este idea se hace más clara: nadie las ha obligado a casarse, ni ha sido la falta de medios lo que ha motivado que tengan varios hijos. Los maridos y los chicos tampoco son seres monstruosos: se muestra a los niños diciendo a sus madres que las quieren, y a los maridos lavando los platos o acostando a los hijos. Si las habitantes de Arlington Park son infelices es a causa del vacío de sus propias vidas. Esta sensación de estirilidad se refuerza cuando Cusk describe los supermercados, shoppings o parques. Entonces aparecen unos escenarios artificiales que dan cuenta de una sociedad que ha construido sus propias trampas y prisiones.
A mi juicio, el libro de Cusk tiene dos inconvenientes: la técnica de historias enlazadas no nos permite ahondar en la mentalidad de ninguna de las protagonistas. Cuando comenzamos a conocerlas su historia se entremezcla con la de otra mujer en el día lluvioso. Tal vez sea un efecto calculado para mostrar un continuo de infelicidad inmotivada, impersonal. El segundo inconveniente es que este libro recuerda demasiado a Vivan las vacaciones! de Helen Simpson, otra joven escritora inglesa que retrataba a madres infelices. Si bien el vacío de la vida en los suburbios es bastante común en la literatura y el cine americano e inglés, los relatos de Simpson y Cusk se parecen demasiado. En el caso de Vivan las vacaciones! se trata de cuentos en los que la maldad masculina y la maternidad entendida como pérdida de libertad son vistos de forma más plana: una mujer deja de trabajar y se queda con su hijo y se siente mal, otra comienza a trabajar a tiempo parcial y se encuentra desbordada y contrariada, otra trabaja jornada completa y es mala madre, otra no tiene hijos y los añora... no hay salida... parece ser el mensaje de Simpson y Cusk: si eres mujer siempre te toca sentirte mal por algo. Por suerte, para revertir esta victimización de género, Rachael Cusk contó en una entrevista reciente que se encuentra trabajando ahora en un libro enteramente protagonizado por hombres.
jueves, mayo 22, 2008
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