Música y libros     Editora     Eventos     objetos

miércoles, mayo 20, 2009

Corazones (cautivos más arriba)

Cuando abrí la caja de novedades de Emecé me alegró mucho ver un nuevo libro de Forn. Luego descubrí que en realidad es la reedición de una novela escrita en 1987 que en aquel entonces se había llamado: Corazones cautivos más arriba, en homenaje a un poema de Juarroz: “Hay vidas que son como la lluvia./ La lluvia es también el testimonio/ de corazones cautivos más arriba.”

Como vivimos pendientes de las novedades, siempre enterarse de que el libro que uno tomó con entusiasmo es reedición desilusiona un poco. Decepción ridícula porque si uno no leyó el libro y le interesa el autor, no tendría por qué importar que el copyright sea del 2009. Y en el caso de esta obra es más que cierto porque se trata de una novela sobre la adolescencia cuyas vivencias permanecen muy frescas en un joven Forn.

Es muy interesante la forma que adquiere la novela, ya que al estar narrada en segunda persona adquiere un clima extraño y especial. Al respecto, el propio Forn comenta que ese uso se remite a la voz de la conciencia de un chico liero que pensaba: “Ahora te van a pescar y te van a joder bien jodido.” Con este formato particular nos vamos acercando a la vida de Iván que hace cosas como cortar y quemar las rosas que cultiva con amor su abuela, agredir a sus compañeros de colegio… y ni siquiera sabe por qué. Ante un adolescente incontrolable, una madre asustada decide mandar a su hijo con su abuelo. Así llega el protagonista a La Cumbre. El librito narra las experiencias en la casa familiar, junto a un abuelo tan particular como Galo, y con personajes entrañables como Amelia y Aurora. Las sensaciones de un chico dolido y descarriado de trece años están retratadas con vividez tal que estremece. Seguramente porque nos recuerdan las propias: ese actuar enérgicamente pero por unos motivos que nosotros mismos desconocemos en una búsqueda ciega que nos irá constituyendo como personas.

En Corazones Forn cuenta el dolor y la rabia de la pérdida, el primer amor, el descubrir los lazos que unen los padres a los hijos, la posibilidad de la perversión en el mundo adulto. Los sutiles lazos que al anudarse despaciosamente nos transforman si no en adultos, al menos en no criaturas.

1 comentario:

APG dijo...

Para Alan, que encontró esta historia muy temprano en la mañana de un sábado de neblina, fue obra del destino. Cual mecanismo de relojería, dos personas desconocidas -en este caso, autor/lector- coincidieron en un lugar -en este caso, una librería- presentados por un tercero -en este caso, la vendedora-.

Sibelius, una pintoresca librería de la ciudad de Mar del Plata, recién abrió sus puertas y eso hace que Alan sea el primer cliente del día. Es sábado, no hay prisas. Aún no ha decidido qué libros va a llevar hoy y tal vez sea por eso que está leyendo la contratapa de uno de cubierta verde: para encontrar un motivo. Así, de ese modo, se entera que la novela transcurre en el `72, año en el que Perón amenaza con volver al poder, y relata la relación de un adolescente que es enviado por su madre a vivir con su abuelo a La Cumbre, tras la muerte del padre. Sin estar muy convencido, Alan se acerca al mostrador a preguntar por el precio; mientras tanto, a la librería entra el segundo cliente.

Trabaja mi cabeza. De esa novela (la primera que escribió el autor a los veintisiete años y que fue bien recibida por la crítica) recuerdo una escena en una librería en la que también hay un solo comprador -el joven protagonista, hurgando-; en esa circunstancia entra al lugar el segundo cliente: Gómez Pini. De igual forma, hay un librero que presenta a ambos. El mayor resulta conocer al joven desde que éste era pequeño y le obsequia un libro. Otra vez un libro como nexo. Una obra más del destino.

Desde el mostrador la vendedora le advierte a Alan: “El que acaba de entrar es el autor del libro”. Alan mira al hombre; luego, la foto de la solapa. Lo vuelve a mirar, constata, y dice en voz alta: “Juan, si compro tu libro, ¿me lo dedicás?” El hombre, sorprendido, responde: “Por supuesto”.

Ahora está apoyado en el mostrador, con la birome de Alan en su mano izquierda, el libro abierto y escribe:

Para Alan,
Que encontró esta historia muy temprano en la mañana de un sábado de neblina
Un abrazo fuerte
Juan Forn
2009




Saludos,
APG