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lunes, julio 21, 2008

Poner el cuerpo

Longoni, Ana y Bruzzone, Gustavo (comps.): El siletuazo, Adriana Hidalgo editores.

Aparece un nuevo libro de la colección de Artes Visuales Los sentidos de la editorial Adriana Hidalgo. Pero es un volumen muy diferente a los otros de esta colección que tratan sobre artistas plásticos como Pombo, Kacero o Hasper o textos teóricos de ardua lectura.

El siluetazo se refiere a un fenómeno artístico, pero también a uno político y social. Se trata de una propuesta que en medio de la dictadura tres artistas plásticos (Rodolfo Aguerrebery, Julio Flores y Guillermo Kexel) llevaron a las Madres de Plaza de Mayo en 1982, sugiriendo realizar en la manifestación figuras humanas trazadas en papel que hicieran presente lo ausente, que escenificaran las desapariciones. Tales figuras, colgadas en los edificios públicos, extendieron la movilización en el tiempo, interpelando a los transeúntes sobre aquello que deseaban obviar. La práctica del siluetazo trascendió a otras manifestaciones, y tiene su impacto en el arte callejero hasta hoy día, por ejemplo, en los escraches protagonizados por HIJOS.

El libro recopila diferentes testimonios e interpretaciones del fenómeno: desde aquellos contemporáneos a sus inicios, hasta sofisticados análisis actuales desde el arte, la política, la sociología o la filosofía. Por ejemplo, el curador Santiago García Navarro (un marplatense cuyo artículo en el libro encontré sorpresivamente) sugiere que el término siluetazo hace referencia ha a un triunfo revolucionario (al estilo "Cordobazo") por lo que él prefiere referirse a siluetada, incorporando un vocablo nuevo más amplio y que da cuenta de una influencia más abarcativa que la meramente político-revolucionaria.

Otra distinción muy interesante es la que realiza Eduardo Grüner, que analiza como el siluetazo ensambla con la consigna de las madres de "aparición con vida". Esas siluetas corporizaban a los hijos desaparecidos, que de esa forma cobraban realidad. Sería muy interesante contrastar estas aseveraciones con las realizadas por Christian Guterman en su libro Actos melancólicos, en el que analiza las formas que asume la literatura y el cine de izquierdas en la Argentina posdictatorial como la negación melancólica a realizar el duelo, pero no bajo una concepción meramente negativa, sino como forma de rebeldía. No obstante, la consigna de "aparición con vida" comenzó a ser confrontada con otra: "Toda la verdad". Sintomáticamente esta nueva consigna comenzó a estar asociada al dibujo de las siluetas en el piso (cuando las madres habían insistido en que debían aparecer paradas, erguidas...). Entonces otra connotación del siluetazo se torna obvia: la figura sobre el piso es la que dibujan las fuerzas de seguridad en torno a los cadáveres que quedan en el piso. De esta manera comienza a admitirse que, probablemente, los desaparecidos no sean encontrados con vida, y las siluetas denuncian a las fuerzas de seguridad como autores de esas desapariciones. Simultáneamente, estas figuras comienzan a dejar de ser anónimas, y quienes las realizan comienzan a colocar los nombres de las víctimas y las fechas de sus desapariciones.

Uno de los fenómenos más interesantes que analiza el libro es cómo el siluetazo fue una obra colectiva. Porque más allá de la idea primigenia de los artistas, fue la gente la que se ofreció como modelo de la silueta, poniendo el cuerpo, otros trazaron las siluetas, otros las colgaron... De esa forma el siluetazo fue un acto colectivo, cuasi antropológico o mágico, de dar vida a los desaparecidos, de corporizarlos y de esa forma resistir y confrontar la dictadura.

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