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miércoles, marzo 21, 2007

Amelie Nothomb: Biografía del hambre, Anagrama.



Biografía del hambre es un libro estupendo, pero tal vez uno llega a esa conclusión en sus páginas finales. Esto es, Nothomb no cautiva desde el comienzo sino cuando nos sumergimos suficientemente en su universo. En ésta, su novela más autobiográfica, nos cuenta sus viajes, su niñez, sus lecturas, su hambre de ver el mundo. La acompañamos en su residencia en Japón, China, New York, Bangladesh, Birmania, Laos, Bélgica y su regreso al Japón. Como hija de un diplomático ella no pasó por esos lugares como una turista, sino que los vivió y formaron parte en la confección de su personalidad. Entonces los rascacielos neoyorkinos y los leprosarios de Bangladesh forman parte de un mismo cosmos: el de una chica curiosa con un hambre insaciable por ver, por conocer. Los regímenes políticos se emparentan con estados de ánimo, la geografía con conductas, las costumbres sociales con hábitos alimentarios. Y ese universo caprichoso posee sin embargo una lógica implacable mediante la cual Nothomb nos cuenta sin estridencias ni dramatismos huecos el desarraigo, la falta de identidad, la anorexia, las lecturas. Y de esa forma nos vamos formando una idea de lo que anida en su corazón y de lo que la motiva a escribir. Un relato tan íntimo y sincero que conmueve, y nos lleva a devorar sus últimas páginas con fruición, con nostalgia anticipada de saber que terminamos un libro que posee una delicia singular como los spéculoos belgas que Amelie descubre escondidos en el garage de su casa en China. De la misma forma, Nothomb nos contagia la emoción de cada descubrimiento y nos sumerge en la angustia de cada frustración.
Leyendo Biografía del hambre comprendemos el lugar preeminente que ha alcanzado la escritora en las letras francesas: una vida de experiencias singulares creó un ser con curiosidad por las lenguas, las geografías y las personas. Esa es Nothomb: cosmopolita e íntima, tan compleja como sencilla. Porque su historia no es en absoluto habitual, pero lo que la hace más encantadora es lo simple: el amor por su hermana, el descubrimiento de lo bello y doloroso del mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La de la foto no es Amelie, es Noemi Castro que tiene un almacen con estafeta postal en el camino al cementerio municipal (continuación de Independencia). Es ella, no?
Esteban