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viernes, enero 05, 2007

Tobias Wolff: Vieja escuela, Alfaguara.

Es un relato de juventud compuesto, seguramente, por muchos elementos autobiográficos. Un joven nos cuenta su paso por un elitista colegio norteamericano. No obstante, la peculiaridad de esta escuela es que busca verse a sí misma como igualitaria. El protagonista es un alumno becado de la institución, de orígenes humildes y ascendencia judía. Sin embargo, él no está dispuesto a admitir ninguna de estas condiciones, y busca que lo vean como a un joven privilegiado de aspecto estudiadamente descuidado.
Esta negación de sus orígenes no sólo afecta su carácter y posibilidades de crear amistades duraderas, sino también su vocación en ciernes: la de escritor. Él mismo puede percibir cómo el carácter poco sincero de sus escritos, el querer fingir que es quien no es, resienten su escritura, le impiden componer una obra verdaderamente genuina y original.
En esta escuela peculiar, que tiene en la más alta estima la literatura y la profesión de escritor, se ha creado un concurso: importantes escritores visitan la institución y los alumnos del último año compiten por una entrevista personal con el escritor mediante un escrito. Esta llamativa competencia guía los capítulos de Vieja escuela. Así Wolff nos presenta las semblanzas de Frost, Rand y Hemingway. Sus particulares cosmovisiones del mundo, su posicionamiento en la literatura y la política norteamericanas y las definiciones que un adolescente irá tomando ante personajes de semejante talla hasta formar su personalidad.
Una novela atrapante, llena de nostalgia e inteligencia. Wolff crea un relato iniciático fabuloso de profunda raigambre en la literatura: son las memorias de juventud de un escritor con descripciones de maestros y precursores que dejaron huella, la Juvenilia de Estados Unidos en los '60.

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