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martes, enero 02, 2007

David Foster Wallace: La niña del pelo raro

Muchas veces, cuando recomiendo un libro, pondero al autor y la temática y logro entusiasmar a un posible lector. Pero cuando aclaro que se trata de cuentos el interés decae. Mucha gente manifiesta, directamente, no leer cuentos, o que es un género que los satisface demasiado. "No me engancho", suele ser la frase más usual para enunciar la preferencia por una novela por sobre una sucesión de relatos. Evidentemente, es más sencillo conectar con la trama de una buena novela que abordar una multiplicidad de historias. Es por eso que el libro de cuentos, aún siendo espectacular, permanece en nuestra mesa de luz demasiadas jornadas.
No obstante, los cuentos tienen sus ventajas: son ideales para llevar a viajes, para leer uno por noche, para hacer alguna lectura cuando uno siente la atención dispersa... Pero más allá de las ventajas operativas, hay algunos autores y determinadas historias que son imperdibles, más allá de su formato.
Esto me pasó con La niña del pelo raro de David Foster Wallace. El cuento que da título al volumen es absolutamente alucinante, lo que no implica, de hecho, que el resto de los escritos estén en un nivel inferior.
Pero esa historia en particular tiene una seducción especial para mí por su situación y personajes. Se trata de un republicano de familia de la élite militar y privilegiada económicamente, con todas las ideas repugnantes que esto implica, y su peculiar vinculación con un grupo de punks.
La situación en que se los retrata es un concierto de Keith Jarrett en el Concert Hall de Irvine. El republicano, que ha sido rebautizado como Sick Puppy, nos cuenta:
"¡Qué concierto! Keith Jarrett es un negro que toca el piano. Disfruto mucho viendo actuar a Negros en cualquier disciplina de las artes interpretativas. Creo que son una raza de intérpretes encantadores y con talento, que a menudo resultan muy entretenidos. En particular, disfruto viendo actuar a los Negros a distancia, puesto que de cerca es frecuente que emitan un olor desagradable."
Y la tónica de esta declaración inicial es la que primará a lo largo de todo el cuento. David Foster Wallace utiliza una forma de escritura a la vez original y arquetípica. Original porque con su lenguaje llano naturaliza situaciones y declaraciones poco comunes. Arquetípica en la medida en que se corresponde con un estilo preciso de los narradores americanos contemporáneos.
A partir de este absurdo y prometedor comienzo, Wallace nos cuenta cómo el supuestamente idílico mundo de Sick Puppy reposa en una serie de traumas, desviaciones y perversiones. Por otro lado, nos narra cómo se inició la amistad entre dos grupos tan antagónicos, cuando en una elegante fiesta Sick Puppy incendió con su mechero de oro la barba de un abogado demócrata, a la par que Gimlet, una chica punk que evidentemente estaba en la fiesta por error, le rompe su fino vestido a la anfitriona, sellando la relación entre dos universos aparentemente discordantes.
Otros relatos de la compilación son también geniales. En especial, "Lyndon", ficción sobre la vida de Lyndon Johnson. Este libro, publicado originariamente en 1989, recopilando relatos publicados por el autor en revistas, tiene su primera edición castellana en el 2000, apareciendo en el 2006 en formato pocket.
Absolutamente recomendable. Aunque usted habitualmente no se enganche con los cuentos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Precisamente, tengo el libro de Foster Wallace para ser abordado en el siguiente turno de lectura.
Ya el comentario que acaba de dejar Sibelius me tienta a empezarlo cuanto antes.
Me quedé pensando con eso de que la gente no se engancha con la literatura expresada a través de cuentos.
Precisamente, hace pocos días, en una de esas pedorras notas findeañeras de algún diario, centradas en el tema de la producción literaria, quien la escribió sostuvo (o quizás lo dijo alguno de los entrevistados) que los lectores prefieren novelas (y de ahí, claro, pasó a hablar del “boom” de la novela…).
Es verdad, como dice Sibelius, que el cuento tiene “ventajas” operativas muy atractivas, y que ellas bien pueden actuar como estímulo para la lectura de esta forma literaria.
Pero también hay otras cuestiones que pesan en la elección de cuentos. Por ejemplo: el ser expresiones de una elevada capacidad creativa, que permite a distintos escritores realizar la presentación y el desarrollo de una historia en un reducido espacio físico (unas pocas páginas).
La nouvelle es esa cosa intermedia, largo para un cuento, corta para una novela, pero también es una forma literaria sumamente atractiva (al menos, para mi).
Sibelius insta a los lectores a que prueben con un libro de cuentos, en este caso, el de Foster Wallace. Y comparto su propuesta.
Pero para completarla, y siguiendo con aquella tendencia “listante” de los fines de año, van algunas humildes recomendaciones de libros de cuentos (y alguno con nouvelles, intercalado por ahí).
Una aclaración previa: algunos de los que listaré ya fueron mencionados en el top ten de fin de año, pero es algo inevitable…
Les propongo, como siempre, arbitrariamente, y sin otro orden que el de mi visión de la biblioteca desde mi escritorio:
1)John Cheever: Relatos 1 y 2
2)A.M. Homes: Cosas que debes saber
3)Julian Barnes: La mesa limón
4)John Updike: Conejo en el recuerdo y otras historias
5)Richard Ford: De mujeres con hombres
6)Richard Ford: Pecados sin cuento
7)Stephen Dobyns: Comiendo desnudos
8)Hanif Kureishi: Amor en tiempos tristes
9)Hanif Kureishi: Siempre es medianoche
10)Raymond Carver: De qué hablamos cuando hablamos de amor
Que los disfruten.
Saludos

Sibelius dijo...

Como siempre, Marcelo, impecables sus recomendaciones y no se me ocurre un mejor top ten de cuentos que el tuyo.

ericz dijo...

"Aunque usted habitualmente no se enganche con los cuentos." je, ese soy yo. Pero voy a confiar en esta recomendación.