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jueves, agosto 31, 2006

El gran Meaulnes

El otro día un comentarista en el blog señalaba que un supuesto común es que El cazador oculto, de Salinger, puede ser una lectura clave en la vida de un adolescente. No obstante, él se preguntaba por qué. Y más en el caso de las mujeres. No entendía por qué podía ser fascinante esa lectura. Yo tampoco lo sé. Fue un libro que me impactó mucho. No obstante, mi pasión por la lectura fue desencadenada por otro libro. Me mostró que existían otros universos posibles en los cuales tu realidad desaparecía. Este libro fue El gran Meaulnes, de Alan Fournier. Cada vez que se lo comento a alguien me pone cara rara, por considerarlo un texto menor, de un escritor menor. Me imagino que no suena tan bien como citar a Wilde o Salinger.
Hace un par de años releí el libro. Lo hice pese a que me lo desrecomendaron fervorosamente. Me decían que mi recuerdo alucinante iba a chocar contra un libro que no iba a colmar mis expectativas. Sin embargo, el libro volvió a atraparme.
Busco datos en Internet y resulta que siempre fue una novela clásica entre adolescentes, y que se la compara con Harry Potter. La diferencia es que el pobre Fournier murió a los veintiocho años en la guerra y no tuvo tiempo ni de hacer una saga ni de volverse millonario.

miércoles, agosto 30, 2006

Absurda, pero marketinera

Cuando el libro Abzurdah de Cielo Latini llegó al local, sentí que era un irresponsabilidad editorial. Hay democracia y cada uno dice lo que le parece. Pero esta mina tiene un caos mental gigante, y transmite un mensaje muy peligroso. Dice que si cada uno es libre de hacer con el cuerpo lo que quiere, entonces existe el derecho a ser anoréxica. Como forma de expresión, censurada, mal vista. Y si bien ella ya no está "en eso" le parece que es una demanda justa. ¿? Temí que el libro se transformara en un éxito, y así fue. Esta chica tendría que hacer muchos años de terapia, ordenar sus ideas, y después contárnoslas. Pero no contenta con escribir su librito -sobre un abismo que dice haber superado- hoy se aparece en lo de Mirtha. Yo entiendo: el periodismo es así. La chica es la nota del día y hay que llevarla.
Los desórdenes alimentarios son un problema grave sobre el que existe mucha información contradictoria. Cielo sólo aporta confusión. Es una chica extremadamente linda; entonces que se dedique a ser modelo (como muchas anoréxicas), pero que no diga tantas tonterías dañinas.
Ella misma cuenta que las adolescentes le escriben a su flog preguntando cómo hay que hacer para transformarse en bulímicas. Y si bien ella reconoce que no es un modelo a seguir, tampoco parece desincentivar a su demente club de fans.

Encuesta bloggera

¿Se copan con la marcha de Blumberg?

Signos de muerte del ejercicio

Hace unos días vengo sufriendo una serie de accidentes. Me quedé encerrada en un ascensor que amenazó con derrumbarse. Se me cayó una escalera en la cabeza. Sufrí un choque de auto -cinematográfico, con subida a la vereda y torcimiento del cartel de la calle incluídos. Presencié cómo un motorista le arrebataba la cartera a una señora, que al intentar resistirse desestabilizó al ladrón, que estuvo a punto de atropellarme. Si fuera supersticiosa (a la antigua, mal de ojo, o en versiones aggiornadas: mantras, chacras y serendipidad) tomaría a estas amenazas de accidentes como signos... ¿Signos de qué? A esta altura resulta evidente. Estos eventos comenzaron cuando yo empecé a ir al gimnasio. Quieren decir que si vas a morir, no importa hacerlo en buen o mal estado físico.

Pregunta

Sé que no tiene mucho que ver hacer la pregunta en este lugar y momento, pero, ¿ alguien me puede explicar qué significa tener "códigos de barrio"?

martes, agosto 29, 2006

Creando nuevas generaciones de diletantes desaforados

Hoy en Sibelius se desarrollaron varios debates delirantes. Sobre política (centrados en la figura de Churchill), sobre música (clásica vs. jazz), y en relación a otros tópicos que me resultaron ininteligibles.
En medio del griterío (porque en la defensa de sus posiciones los contrincantes estaban desaforados) llegó un cliente agradable buscando un libro para su hija quinceañera con gusto por la lectura. Le recomendé Salinger (suele gustar a esa edad, emociona e intoxica como las bebidas blancas). Charlamos sobre qué importante es que los padres fomenten la lectura en sus hijos. Después me quedé pensando que es todo un error, una confusión o un malentendido. ¿Y si la pobre chica queda como los diletantes desaforados habitués de nuestro local?

lunes, agosto 28, 2006

La nata del té con masitas

Muchos amigos me dicen que es ridículo defender al gobierno sólo porque te molestan sus enemigos. Que se puede mantener una distancia crítica sin por eso ser Mariano Grondona o un miembro de la Sociedad Rural. Supongo que tienen razón, y que es pueril moverse a fuerza del supuesto de que el enemigo de tu enemigo es tu amigo. Ahora bien, escuchándolo hoy a Jorge Lanata, no parece tan fácil escaparse de las dicotomías. Él quiso criticar al gobierno por izquierda y encontró que no había demasiado espacio para ello. Por eso hoy escribe en Perfil y trabaja en la Radio Uno. Pero si no alcanza con trabajar en medios oscuros que, por curiosas razones, sostienen posturas similares a la propia, también parece estar obligado a adular a sus nuevos protectores. Hoy fue a almorzar con Mirtha Legrand, y no sólo elogió a Tinelli, también dijo que Bailando y cantando por un sueño le parecían muy lindos. Además defendió a Macri (dijo que quedó demasiado pegado a la foto del menemismo, lo cual es injusto) y a Sobich (él siempre tan bien informado resulta que no sabe nada de Neuquén y el otro día tuvo un diálogo muy amable con su gobernador).
Yo entiendo que la lógica de los medios es perversa, pero a mí me resulta muy triste verlo representar ese papel. No es que crea que fue el modelo del periodista intachable, y siempre se rumoreó que recibía sobrecitos como todo el mundo, pero después de pasar por la dirección de Página/12 y sostener un ciclo televisivo crítico frente al menemismo, verlo en un todo de acuerdo con una señora conservora y retrógrada es un poco angustiante. La única constante parece ser su adicción al cigarrillo.
Además, dijo algunas otras cosas bastante incoherentes. Como por ejemplo, encomiar la labor de Castro en Cuba (que está hace millones de años en el poder) y criticar a Kirchner por su voluntad hegemónica. O criticar a Cristina Kirchner por meterse con los periodistas, diciendo que “la pareja presidencial no se da cuenta del poder que tiene, actúan irresponsablemente, actúan como periodistas…” es decir, admitir que los periodistas no reconocen tener poder y tienen impunidad para decir lo que se les ocurra…
Se me dirá que no es fácil estar en el lugar de Lanata, y tener la opción de trabajar para jefes siniestros o irte a tu casa. Podría conservar la dignidad, y seguir escribiendo libros: Argentinos 58 o ADN II: por qué los argentinos le ponen chimichurri a la carne, esa mezcla de historia y generalizaciones sociológicas que últimamente están tan de moda.

Sibelius recomienda

23 fotógrafos

Apuntes sobre la escena contemporánea

Mar del Plata Argentina

60 / 06

Exponen:

Eduardo Riggio, Pepe Fernández Balado, Mario Gemín, Wald Fulgenzi, Alfredo Cardozo, Néstor Soria Deyaunini , Amadeo Azar, Claudia García Lorente, Marcela Correa, Verónica Aroza, Julián Rodríguez, Laura Nacc, Julio Pereyra, Manuel Losada, Hugo Antonena, Gustavo Abascal, Alejandro Yamandú Rodríguez, Marcos Montoya, Poptimia, Raúl La Cava, Sergio Ojea Morgan, Gustavo Morales, Adriana Sasal

Curaduría, investigación y textos

Pilar Altilio

Coordinación

Fabián Eloy Monteagudo

Subcoordinación

Pamela Piñero

Co- Gestión

Subsecretaría de Cultura y Asociación de Amigos Villa Victoria

Primera itinerancia

31 de agosto al 13 de septiembre 2006

Villa Victoria Ocampo

Matheu 1851

14 a 18 hs


Narrar la historia de cómo nace y evoluciona la fotografía contemporánea en Mar del Plata fue una idea que surgió apenas entré en contacto con la obra temprana de Eduardo Riggio, fotos en blanco y negro que evidencian una mirada singular, algunas de las cuales se exhiben en esta muestra. Señalar a Riggio como la bisagra entre lo moderno y contemporáneo fue una percepción que luego corroboré en la investigación, así como que Eduardo es un referente ineludible para muchos de los artistas que hoy lo acompañan. Fue a partir de su obra que se instala y se despliega la fotografía de autor, signo evidente del cambio entre la producción con la estética del foto club, acotada a una serie de normas fijas, con la posibilidad de experimentar, señalando recortes de una ciudad y una cultura que parece mejor narrada en el imaginario a través de las multitudes y la playa en el verano. No curiosamente la mayor parte de los artistas exhibidos evaden el cliché de ciudad turística y nos vuelven la mirada hacia detalles que sólo reconoce quien habita este territorio urbano con memoria y mar.

Tres conclusiones más pueden sacarse de la investigación. La primera parte del oficio y da preferencia a la copia blanco y negro, manual y supervisada por el artista; se relaciona directamente con la enorme difusión de la fotografía en la ciudad desde sus primeros albores hasta los esplendores de otras épocas, a través sobre todo de los estudios fotográficos que la ciudad tuvo diseminados en distintos barrios.

La segunda da cuenta de una ruptura en los ochenta, que demarca el nuevo territorio de la foto de autor y el ingreso de la carrera de fotografía a la escuela de arte local. Esta década incluye también el primer proyecto grande de gestión denominado Encuentro Fotográfico Mar del Plata, embrión de los actuales Festivales de la Luz, que exhibió más de mil fotos de autor en todos los espacios de la ciudad, anticipando esa labor documental que capta la importancia creciente del medio fotográfico como expresión plena de la contemporaneidad.

La tercera se conecta con la sensación que produce la inmensidad del mar, que deja abierta la mirada hacia el escenario vacío, marcado por la ausencia de personas y el final de fiesta que todos experimentamos cuando la ola de gente nos abandona, dejando rastros en los sitios emblemáticos.

El número de autores alude al código de área de la ciudad en otro signo claro del propósito de narrar una identidad a partir de un medio y de una producción que, como podrá recorrerse ahora, denota claramente la importancia que la captura fotográfica, analógica o digital, tiene para nuestros artistas.

Pilar Altilio

Curadora

domingo, agosto 27, 2006

La cultura como negocio

Cada vez que se habla de un museo, un concierto de música clásica o cualquier evento relacionado con la alta cultura, se apela al “apoyo oficial” alegando que “no se alimentan ese tipo de iniciativas para mantener al pueblo en la ignorancia y así manejarlo mejor”. Ese es un argumento estúpido e injusto de los que quieren obtener esos subsidios para vivir sin trabajar, y encima esperan ser tratados como héroes por la comunidad.
Nunca me voy a cansar de repetir la inequidad que supuso el reemplazo de Di Tella en la Secretaría de Cultura por resaltar la imbecilidad de la tilinguería intelectual. La Secretaría de Cultura financia proyectos destinados a una pequeña fracción de la clase media cultivada capitalina, que no tiene por qué esperar que los recursos estatales se vuelquen en ella, en lugar de en los sectores desfavorecidos de la sociedad a los cuales les importa un bledo el ballet, porque necesitan zapatillas (y no de punta).
Quienes quieran fomentar estos emprendimientos deben recurrir al ámbito privado, y para tal caso, les ruego que busquen mejores argumentos que el enriquecimiento del espíritu. Uno de ellos es, tal vez, que la cultura puede ser un buen negocio. Por ejemplo, en un sitio que aspira a atraer el turismo, ampliar la oferta cultural contribuye a ampliar el espectro del turismo que se aspira recibir. Cuatro o cinco buenas iniciativas culturales justifican una escapada de fin de semana desde el interior, con buen o mal clima.
Un ejemplo. Supongamos un pequeño museo de arte moderno, donde se reúna una mínima colección (pero buena) y se reciban muestras itinerantes desde Buenos Aires, Córdoba o Rosario, a la par que se organicen algunos eventos interesantes. A mucha gente entusiasta que ni se le ocurre venir a ver a los lobos marinos y chupar frío, puede que se le cruzara pasar a ver de qué se trata. Lo mismo pasaría con el teatro, la música y el cine (miren la cantidad de gente que trae el festival de cine, aún con todas sus falencias).
Es decir, es factible entender la oferta cultural como un buen negocio, sin que eso implique un economismo obtuso. Esto es, buscando empresas que apuesten a lo mejor de la gente. Dando un ejemplo burdo, es como Cuatro Cabezas y Tinelli. Los primeros aspiran a hacer televisión de calidad, se preocupan por fomentar la conciencia política, etc. Los segundos apelan a la sensibilería barata de llevar a ciegos y enanos como en un circo o el chiste fácil sobre minas o putos. Eso no quiere decir que los primeros sean filántropos y los otros comerciantes. Sólo tenés que saber cómo vender tu producto.

Un sano ejercicio

Para todos aquellos que nos quejamos acerca de la falta de recitales, exposiciones de arte, movimiento o vitalidad en nuestra querida Mar del Plata los invito a tomar un ómnibus, auto o cualquier medio de locomoción y hacerse una escapada hasta Miramar (o Balcarce, Necochea o similares), en lo posible un tarde de domingo de invierno.Personalmente realicé la experiencia, y puedo confesar que cuando vi las luces de Punta Mogotes me sentí cruzando el Brooklyn Bridge para llegar a Manhattan.
Sí, las comparaciones son odiosas, pero este ejercicio de relatividad funciona a las mil maravillas....

viernes, agosto 25, 2006

El complejo de inferioridad marplatense

Los marplatenses nos sentimos como microbios frente a Buenos Aires. Nos basta con ir un fin de semana a la Capital para deprimirnos: tantos conciertos, muestras de arte, obras de teatro, salas de cine, restaurantes, bares y barcitos hacen que volvamos a la ciudad desanimados. Suspiramos como quien perdió el paraíso. Entonces decimos que optamos por vivir acá por la tranquilidad, la calidad de vida… pero algo en nuestros gestos no es del todo convincente. Parece que todos vivimos acá por efecto de un malentendido, quedamos atrapados en un pueblo y añoramos las luces de la gran ciudad. Pero lo que ocurre es que cualquier urbe sale mal parada en comparación con Buenos Aires. Allí hay más estrenos teatrales que en Nueva York y más exposiciones artísticas que en París. El resultado de una comparación tan desfavorable es la depresión y el quietismo. Más razonable es comparar a Mar del Plata con otros balnearios y ciudades medianas y grandes. De esa manera sí es factible señalar los graves defectos que esta ciudad posee, y hallar posibles vías de solución. Si no podemos esperar ser París todo el año, sí podemos desear hacer mejor las cosas con las cuales contamos (como el Festival de Cine) y buscar una serie de eventos y espacios que identifiquen a la ciudad.
Pero llega un punto que en la comparación con Buenos Aires nos vamos para el lado de los tomates. Yo entiendo que no podamos equiparar la oferta cultural, de indumentaria o gastronómica. Pero hay personas que elevan la queja a planos absurdos, y resulta que uno sólo puede cortarse el pelo, depilarse, adquirir toallas o comprar fiambre en Buenos Aires. Llegados a ese punto se trata de un tonto complejo de inferioridad marplatense. Querer ser sofisticados contando lo que hay en Capital, pero mostrarse como unos tristes provincianos dispuestos a asombrarse de cualquier cosa.
Acabemos con el malentendido: los que sufren tanto en una ciudad aburrida: emigren. Y el resto, en lugar de quejarnos todo el día, contribuyamos a hacer de este pueblo un lugar un poco menos chato, en lugar de entornar los ojos pensando en un local donde vendían unos pancitos saborizados que :- En Mar del Plata…ja, ja…imposible encontrarlos.

La Peña de Perón

Ayer, después de escuchar a Brascó, nos pusimos a envidiar la vida de una persona dedicada a viajar, comer y beber. Sobre todo porque Brascó se permite las experiencias más diversas. No sólo lo fashion y lo top, sino lo tradicional y lo colorido: pizzerías de barrio, pequeños comederos perdidos con alguna especialidad ponderada. Entonces nos pusimos a pensar a donde habría que llevar a Brascó en Mar del Plata. A El rey del calzone, arriesgaron algunos. A El Glaciar, apostaban otros (aquí un llamado a la solidaridad: sabemos que El glaciar cambió de dirección; si alguien conoce su nuevo paradero, informe). Para entonces, todos en la mesa querían lucirse mencionando el lugar más extraño y bizarro.
Pero sin lugar a dudas, el campeón de la noche fue Manucho, que contó sus aventuras en La peña de Perón. Para todos se trataba de un sitio mitológico, de cuya existencia real era posible dudar, así como de las historias narradas por quienes dicen conocerlo. Sin embargo, nos topamos con un testimonio fiable de primera mano. Manucho nos cuenta que fue una madrugada invernal. Que fuera de la peña había mucho camión y vehículo extraño, y que dentro la fauna era alucinante. No obstante, todo lo sórdido y pintoresco quedó opacado por un solo foco fascinante. En medio del lugar había una fogata en la que unos travestis cocinaban unos chorizos. Agradecemos a Manucho por compartir sus vivencias, porque es muy de guapo ir a la Peña de Perón. Ahora imagino allí a nuestro viejo amigo el Ruso, gritando a viva voz sus desmesurados discursos liberales ingleses antiperonistas. Sería una pintoresca forma de suicidio.

Pasándola bien

Ayer estuvo en Mar del Plata Miguel Brascó dando una charla sobre vinos. Pero se trató de la antítesis de los discursos típicos sobre el tema. Se dedicó a desmitificar. A alentarnos a tomar y comer sin preocuparse por el contorno de vainillas y los frutos rojos. A disfrutar antes que a entender o ser experto. Y criticó a los bobetas que toman vino porque es fashion, pretendiendo hacer inteligentes análisis sobre la materia, pero olvidando que lo más importante es la sutil trasposición de los sentidos. Habló a lo largo de una hora y media sobre historia, cine, economía, comida y más. Divirtió a todos con sus anécdotas y puso a rayas a los bobetas que se quisieron hacer los entendidos. Entre tanto, la concurrida asistencia tomaba vino y picaba quesitos. Concluida la charla cenamos copiasamente y seguimos tomando vino, charlando, en fin, pasándola bien.
Cuando nos fuimos nos extrañó ver la ciudad desierta y otros locales gastronómicos vacíos en una noche excepcionalmente primaveral.
P-P Nero junto a Brascó fue todo un éxito, lo que demuestra que los marplatenses no salimos mucho no sólo a causa de ser amargos, sino también por la falta de ofertas atractivas para pasarla bien.

miércoles, agosto 23, 2006

Novedades Tusquets de septiembre

LEONARDO SCIASCIA: Los apuñaladores. El 1 de octubre de 1862, trece personas son apuñaladas a la misma hora y en puntos equidistantes de la ciudad de Palermo. La investigación del crimen múltiple la llevará a cabo el abogado Guido Giacosa, un piamontés recién llegado a Sicilia que, tras ser nombrado fiscal general en el Tribunal de Apelación de Palermo, se propone descubrir al verdadero instigador de los hechos. Sin embargo, el máximo responsable elude una y otra vez la acción de la justicia. Sciascia parte de un episodio histórico para construir un amargo retrato del poder, y de los laberintos de corrupción que lo envuelven, y configura un tortuoso relato sobre la derrota de la justicia y la vulnerabilidad de la sociedad ante un estado degradado

HORACIO CASTELLANOS MOYA: Insensatez. Sin pensarlo dos veces, y sin prever hasta qué punto esa decisión cambiará su vida, el protagonista de Insensatez acepta un comprometido encargo de su amigo Erick: revisar la versión final de un informe que consigna el genocidio padecido por los pueblos indígenas de un país centroamericano. Así, instalado en una exigua habitación del arzobispado de la ciudad, el protagonista se enfrenta a más de mil cuartillas que reproducen denuncias de supervivientes y testigos. Atisba entonces un horror que lo fascina y abruma, pues en los textos que va leyendo encuentra metáforas, giros y dislocaciones de lenguaje que vívidamente recrean masacres y actos de crueldad que, de otro modo, serían inexpresables. Al margen de esa ingente tarea, sin embargo, transcurre la realidad cotidiana del protagonista, una realidad a veces frívola y promiscua que contrasta con la sensación de acoso y peligro que lo invade y con su obsesión por una violencia que podría convertirse en su infierno.

TIBOR FISHER: Viaje al fondo de la habitación. Oceane es una joven diseñadora gráfica que vive cómodamente en el sur de Londres tras hacerse rica de manera inesperada, con la creación de un juego de computadora. Lo tiene todo: desde una casa equipada con el último grito en tecnología hasta una imaginación desbordante. Aunque le encantaba viajar, ahora no le entusiasma salir de casa. En realidad, ha decidido no pisar más la calle y se pasa el día en pijama, disfrutando de su particular paraíso doméstico e, incluso, viajando sin moverse de su piso. En el pasado, Oceane trabajó unos meses como actriz porno en un conocido club nocturno de Barcelona, el Babylon, un microcosmos donde convivió con personajes pintorescos y hasta tuvo un novio, Walter. Ahora Oceane empieza a recibir cartas misteriosas de Walter, supuestamente muerto, que le prometen revelarle la verdad sobre los extraños acontecimientos que sucedieron en Babylon.

WOODY ALLEN: Adulterios. Mediante vivos diálogos llenos de ingenio, Adulterios narra tres historias sobre el amor y el desamor, el matrimonio y la infidelidad. Y, como ocurre en todas las obras de Woody Allen, las situaciones disparatadas y divertidas esconden una honda reflexión en torno a la comedia humana. Tituladas a partir de tres zonas de Nueva York: Riverside Drive, Old Saybrook y Central Park West, están protagonizadas por neoyorquinos arquetípicos que, con su mezcla de ingenuidad y prepotencia, creyendo que lo tienen todo controlado, y que sus actos están regidos por la razón, se ven, sin embargo, compelidos a ocultar dichos actos y, contradictoriamente, a confesarlos en los momentos más inoportunos.
En Riverside Drive, el diálogo entre un conocido escritor y un psicópata saca a relucir lo peor del conocido escritor, aventuras extramaritales incluidas, y también lo peor del psicópata; en Old Saybrook, tres parejas, reunidas en torno a una barbacoa, empiezan a contar sus secretos hasta ese momento bien guardados; por último, en Central Park West, una prestigiosa psiquiatra se entera de que su marido va a dejarla por otra mujer y llama a su mejor amiga para contárselo: el drama (o la comedia) está servido.

JORGE WAGENSBERG: A más cómo menos porqué. 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo cultural . Quizá no haya forma más elegante y eficaz de comprimir una reflexión que un aforismo inspirado, capaz de reducir el pensamiento a su forma más compacta y por tanto universal. Como dice Wagensberg en el prólogo a este libro, «una idea buena que no cabe en veinte palabras, no es una idea tan buena». En la estela de Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? (2003), que despertó el entusiasmo de crítica y lectores, esta nueva colección de aforismos viene a ser una continuación natural en la que Wagensberg vuelve a asombrar por su habilidad para aunar la profundidad de las cuestiones con el efecto sorpresa de una formulación siempre ingeniosa. Además, las ideas y los aforismos se seducen unos a otros, formando pequeños encadenamientos que operan como una original aproximación a las grandes cuestiones fundamentales –la verdad, la duda, lo bello y lo inteligible–, naturales –la selección y la evolución– y culturales –construcciones y fronteras de lo humano, los museos y el arte–. En esta ocasión, además, el autor incorpora textos que complementan y enriquecen las series de aforismos.

LUIS SEPÚLVEDA: Desencuentros. El talento narrativo del escritor chileno Luis Sepúlveda, autor de la célebre novela Un viejo que leía novelas de amor, se despliega con maestría en los veintisiete relatos que componen este volumen. Sus protagonistas, víctimas de un desencuentro, de un desliz o un malentendido, se hallan, quizá sin saberlo, en encrucijadas que marcarán para siempre sus vidas. Unas veces, sus desventuras hacen sonreír; otras veces, cuando se convierten en un cruel espejo de la realidad, hacen pensar. Y entretanto, a lo largo de las páginas, Sepúlveda introduce al lector en misteriosas intrigas o extrañas conspiraciones, lo conduce a desiertos remotos o calles populosas, a cafés portuarios o cuartos oscuros, a pequeños talleres o librerías de viejo, lugares poblados de seres estrafalarios, desmesurados o insignificantes, pero todos ellos situados al borde del precipicio.

Adolfo Bioy Casares: El héroe de las mujeres

En cualquier conversación sobre literatura argentina aparece el nombre de Bioy Casares. No obstante, es un autor tan nombrado como poco leído. Esto es, más allá de sus trabajos más célebres –Diario de la guerra del cerdo y La invención de Morel-, los escritos en colaboración con Borges y algún cuento incluido en antologías de literatura argentina, gran parte de la extensa obra de este escritor goza de pocos adeptos. Dormir al sol, por ejemplo, es una novela tan brillante como original. El autor imagina una trama de ciencia ficción que sirve como excusa para una reflexión sobre las relaciones entre hombres y mujeres y para desentrañar aquello que nos hace estar enamorados de una persona.
En El héroe de las mujeres ocurre algo similar. Se trata de un volumen que incluye varias novelas cortas, que coinciden en buscar argumentos vistosos para reflexionar sobre lo que seduce a las mujeres. Bioy confiesa que cuando dicta a su secretaria la frase: “El héroe de las mujeres no siempre es el de los hombres” es ella quien conjetura que se trata de un excelente título para un libro. Sin embargo, este título excede esa casualidad, porque Bioy mismo fue frecuentemente ese ídolo de las mujeres. Aquel que supo seducir y encantar a damas de todas las edades, y por eso conocía esos resortes profundos que ganan el corazón de una mujer.
De esta manera retrata a un joven que descubre un túnel extraño que lo lleva fuera del país. Ese pasadizo es frecuentado por peligrosos contrabandistas, no obstante, él prefiere usarlo -pese a los riesgos- para visitar a una mujer separada y desconsolada. El protagonista de otra de las historias sabe que el secreto de la intimidad está en la charla, en compartir y discutir sobre lo que apasiona al otro. Lamentablemente, tiene la desgracia de elegir mujeres que se interesan por la fijación de médanos, tema que a él le resulta aburrido por completo. Otro relato –el que le da título al volumen- ocurre en un paraje rural donde un joven ingeniero y un maduro hacendado y su esposa se refugian en una estancia abandonada para certificar la existencia -o descartar el mito- de un tigre que ronda por los pagos. Mientras viajan, cuentan la historia del hombre que fuera dueño de la estancia: taimado, corrupto, dado al juego y a las mujeres. Es entonces cuando Clara desliza la frase que inspirara a la secretaria de Bioy, dejando traslucir que una mujer puede enamorarse de un sujeto que resulta un simple canalla para los hombres.
La reedición de la obra de Bioy Casares por parte de Emecé en un formato atractivo, puede acercar la gran fama del escritor con la lectura efectiva de su obra.

Contrato de exclusividad

Ayer fui a una entrega de diplomas. Infaltable: música de Lito Vitale. Se me ocurrió que tal vez este músico tiene un contrato de exclusividad para dichos eventos. Para acontecimientos aburridos, música aburrida.

martes, agosto 22, 2006

El Pity

Ayer vi en el programa de Tognetti una fantástica entrevista al Pity, cantante de Intoxicados. El tipo es un descerebrado y un under. Esto es, no la juega de alternativo y sucio. Es un verdadero roñoso que habita en un universo sórdido. Canta horrible, es un ídolo, y marcha seguro hacia la autodestrucción. Ya lo había visto en otras entrevistas comentando cosas similares: que sólo le importan las minas, el rock y las drogas.
Pero Tognetti, que es un muy buen entrevistador, logra sacarle un poco más. Que lo espanta ser el ídolo de los jóvenes. Que los que piensan así están muy equivocados. Que ser adicto a la pasta base es una mierda. Que nadie llega a los cuarenta años consumiendo esa porquería. Y todo esto matizado por anécdotas de cuando va a comprar droga a la villa, ocurrencias chistosas acerca de que le gustaría un departamento que fuera un colchón gigante, y teorías singulares, como que comer alimentos en mal estado es bueno para generar anticuerpos.
Yo lo tenía al Pity por un hueco gracioso, pero en Blog nos mostraron otra faceta: una sórdida y triste. Y la nota y el personaje valen la pena porque el rock viejita es un submundo extenso y significativo para una gran parte de la juventud.
El Pity merece, sin lugar a dudas, un poeta como Rubbio que retrate su existencia.

lunes, agosto 21, 2006

La mejor respuesta

La mejor respuesta al comentario de Aulicino es la de al-jazerra, que simplemente nos invita a chusmear y participar en el debate que se armó en su blog a partir de dos textos literarios que remiten al fenómeno del peronismo. Este debate muestra muchas cosas: que la gente se sigue ocupando y apasionando por la política, que la viejas reyertas siguen teniendo validez, y que los blogs son un espacio propicio para discutir sobre esos temas.
Ahora bien, cuando habla del estilo blogger, Aulicino prefiere confrontar con la chica que come garrapiñada y mira series de Sony (versión moderna de pan y circo) que con los poetas noventistas que discuten de política. Es un lugar común decir que la juventud no se interesa en la política o que la literatura ya no es más de compromiso. Pero eso no implica que la dimensión de lo político esté ausente.
Tal vez a Aulicino no le gusten lo que estos muchachos dicen, porque es normal que desde estos blogs se critique a los '70 y a ese supuesto compromiso que nos arrastró al abismo. Hoy properonistas, antiperonistas, zurdos y fachos podemos debatir en un café, en la librería o en el blog, pero no consideramos la posibilidad de matar al otro. Lo de tomar las armas por ideales suena muy romántico, pero tiene un costado perverso: puede que mates a otro militante simplemente porque no creyó que Perón simbolizara la patria socialista.
Claro que Aulicino aclara que bloguear es para menores de 35, entonces todos podemos opinar con soltura de política ya que no tenemos ninguna mácula en el pasado, simplemente porque éramos niños. Alguna gente grande ha comenzado a quejarse de ese fenómeno: la juventud se siente con derecho a desautorizar a sus mayores por lo que pasó en el país. No es Diario de la guerra del cerdo, es simplemente que los protagonistas no pueden construir una imagen objetiva del pasado.

Un chiste de gallego

Ayer buscaba información sobre la charla con cena incluida que va a dar Miguel Brascó en Mar del Plata. Aparentemente, es el jueves 24 en P-P Nero (Avellaneda y Córdoba). Alguien me dijo que la información había aparecido en La Capital. Para chequearla entro a la página del diario. Tiene un simpático buscador, donde rastrear la noticia por fecha o por tema. En ambos casos me arrojó el resultado: 0 archivos encontrados. Me molestan las contrariedades informáticas porque resaltan el hecho evidente de que es una tecnología que incorporé tardíamente, y que por tanto, es un medio en el que me muevo sin naturalidad, torpemente. Busco la información por otro lado (llamar por el prehistórico teléfono fijo). Más tarde, no obstante, vuelvo a la página del diario intrigada y hago pruebas al azar. Cualquier fecha o tema que ingrese dan por resultado la misma leyenda: 0 archivos encontrados. Pruebo mirar los suplementos: caigo en un hoyo informático.
Entonces me doy cuenta de que se trata de un chiste del gallego: ¿En serio se creían que íbamos a perder tiempo subiendo toda esa información?

domingo, agosto 20, 2006

¿Todo pasado fue mejor?

Después de almorzar copiosamente, me pongo a leer el Ñ. Naturalmente, nadie lee un suplemento así completo, sino buscando focos de interés. Primero me detengo en el artículo sobre La vida descalzo, después leo aquel sobre Suite francesa. Inevitablemente me fijo en un recuadrito escrito por Jorge Aulicino sobre los blogs (que más puede hacer uno que interesarse en el análisis de un fenómeno que siente protagonista por ocupar un espacio insignificante en la web). Ahora bien, este poeta (me entero de que es poeta gracias a Google y leo algunos poemas de su producción) nos da a los bloguistas con un caño. Dice que "estar on line nos constituye. Hace 40 años nos constituía la elección, el compromiso..." (¿?) Interpreto que es una descalificación: antes los jóvenes luchábamos por cambiar el mundo, ahora los pibes sólo ambicionan tener su ciberespacio.
Después habla sobre el estilo blog. Reproduce alguna frase tonta: "Conocí al bebé de ma. para festejarlo, garrapiñada y series de sony en la cama" y la compara con los diarios de Cesare Pavese: "Amor es el deseo de conocimiento". Jorge Aulicino navegó un ratito, se aburrió, no encontró lo que buscaba y se queja desde el Ñ.
Yo he visto cosas mejores que las que enumera Aulicino en los blogs. También hace 40 años se decían y se hacían bastantes boludeces. Si la juventud se hubiera dedicado sólo a pensar cosas serias y comprometerse con causas profundas, viviríamos en un mundo un poco mejor. Evidentemente, mientras él estaba ocupado pensando y escribiendo poemas, había una mayoría escuchando música disco sin que le calentara nada de nada. A veces me cansa un poco la cantilena de que todo pasado fue mejor. Ahora parece que en los '70 estaban todos preocupados por construir un mundo mejor, y nosotros sólo ocupados en tonterías superfluas. Intuyo camelo. Me imagino que proporciones iguales en todas las épocas se ocupan de la literatura, la política, la música o la moda. Y también que nadie es intelectual las 24 horas (que embole tener una actitud reflexiva como en El refugio de la cultura el día completo).
Igualmente, mejor que ocuparse por lo que piense Aulicino es ir a mirar series de Sony en la cama.

viernes, agosto 18, 2006

El regreso de los insoportables

Una de las secciones más polémicas de nuestro blog fue la de los insoportables. Al realizar esta clasificación se nos tildó de intolerantes, soberbios, misántropos y resentidos. No obstante, los insoportables existen. Admitámoslo. Un insoportable es una persona que despliega un comportamiento socialmente inaceptable, por ser nocivo para quienes tienen que interactuar con él. Ese comportamiento parece estar justificado por una serie de prerrogativas especiales que el protagonista cree tener, derechos particulares sólo acordados por una mirada egocéntrica, presumida o egoísta. El ejemplo clásico del insoportable es el que deja el auto en doble fila o bloqueando la bajada para discapacitados, jodiendo al resto de la gente. En el gimnasio el insoportable tiene un amplio campo de acción. Por lo general se trata de habitués, que como VIVEN en el gimnasio -según la sabia definición sociológica de Aira- se sienten poseedores de derechos VIP. Para monopolizar la cinta durante más de una hora, para decirte cómo hay que hacer los ejercicios, para desautorizar a los instructores -con tantas horas de entrenamiento ya saben más que ellos-, para meterse en las conversaciones ajenas, para pagar cuando se les da la gana, para retar a los que faltan o van pocas horas, para prender y apagar ventiladores, abrir ventanas o elegir la música, y por último, para obligar a la gente a sociabilizar. Todo con mucho Gordooo, sory y please. Bastante feo es ir al gimnasio para no tener un infarto antes de los cuarenta, pero los insoportables del gimnasio, que se mueven allí como en su hábitat natural, hacen que nos pongamos de peor humor.

jueves, agosto 17, 2006

Ella no conocía la regla tácita

Una amiga me confiesa que hace poco tiempo que se enteró que había que lavarse las manos después de ir al baño. Que cuando ella va a hacer pis no toca nada contaminante: ni la tapa del inodoro, ni su cuerpo, ni la orina, ni las paredes del baño. Que por eso nunca se le había ocurrido que tuviera que lavarse las manos. Pero hace dos años que trabaja en una oficina pequeña muchas horas. Una de sus compañeras le objetó que no se podía ir tan rápido al baño, “salvo que uno no se lave las manos” –aclaró frunciendo el ceño con desaprobación. Ella defendió su teoría, pero no tuvo éxito. Todos en la oficina compartían el punto de vista de su compañera. Ahora se higieniza las manos después de hacer pis, sin convicción, creyendo que en verdad no es necesario, pero para no desafiar consensos sociales arraigados.

miércoles, agosto 16, 2006

El Museo de la Revolución

Martín Kohan: El museo de la revolución, Mondadori.

La nueva novela de Martín Kohan, El museo de la revolución, es un libro extraño y no del todo satisfactorio. No del todo satisfactorio no porque sea malo, sino porque tiene un título tan bueno que es imposible que el contenido real llene las expectativas. Ese nombre nos remite a la muerte de una peculiar manera de mirar el mundo. Cómo la idea de revolución –en sí misma- ha quedado obsoleta y antigua. Ya ni tan siquiera temible, sino más bien una pieza de museo, un elemento para la mirada antropológica. Y así ocurre con el texto dentro del texto que nos sugiere Kohan.
La novela trata sobre una exiliada argentina en México que tiene en su poder un libro escrito por un desaparecido. Ese libro habla sobre los tiempos de la revolución. Es un texto que revela prolijas y dogmáticas lecturas: Marx, Lenin y Trotsky. El libro del desaparecido –Rubén Tesare- se encuentra entrelazado con la propia historia del encuentro entre la exiliada argentina y el representante de una pequeña editorial levemente interesada en publicar su manuscrito. Tesare es minucioso, enfermizo, lee los textos marxistas como una Biblia y realiza una prolija exégesis de sus lecturas, en un ensayo que tiene por sentido saber cuál es el momento justo para una revolución, cuáles las tareas previas y cuáles las posteriores. En este sentido, Kohan logra su cometido: que nos sintamos tan lejanos de esos pensamientos como si de piezas de museo se tratara. Nos parecen caprichosos, extemporáneos, y nos dejan perplejos sobre el tiempo en que pudieron tener sentido. Pero tal vez en esa necesidad de mostrarnos las mutaciones de la conciencia política se sobrepasa; se excede porque esos pasajes en los que Martín Kohan reproduce el texto de Tesare se tornan irónicos, pero también monótonos y aburridos (y no muy novedosos para quien cursó una carrera humanística con algunos profesores y compañeros dados a ese tipo de análisis marxistas ortodoxos).
El título, además, alude al Museo de la Revolución Mexicana del Distrito Federal, y por extensión, al Museo de Trostky, dos lugares que recorren los protagonistas: Marcelo, el editor, y Norma, la exiliada. Esta última es una mujer extraña y misteriosa. Si al principio del libro podemos sentir empatía con ella, esa sensación se va mitigando hasta transformarse en malestar, en desagrado ante un personaje insistente y ridículo que enreda al pobre editor en sus mentiras, ardides, seducciones, marchas y contramarchas.
Otro defecto de la novela puede encontrarse en un final demasiado previsible, casi anunciado. Ese puede ser un efecto propio de la narración –finalmente se hace realidad lo que intuimos y no deseamos- pero lo que parece poco plausible es que Marcelo –un hombre inteligente- se dé cuenta tan tarde de la trama en la que está envuelto. Lo mejor de la novela está relacionado con la carga erótica morosa que establece un paralelismo entre los acontecimientos protagonizados por el militante Tesare en los ’70 y los vividos por el editor en México. No les digo más para no revelar el final, porque pese a los reparos que interpongo, es una novela que vale la pena leer.

LLamas y camellos

Resulta que nosotros creíamos que la tapa de la revista era muy original. Nos parecía alucinante que alguien hubiera traído una llama a Mar del Plata para pasear chicos. Pero claro, nosotros somos hijos de porteños sin mucha tradición en la ciudad. Parece que todos los que viven en Marpla hace tiempo pasearon en la llama de Camet (pero nadie quiere facilitar la foto del momento Kodak).
Por otra parte, también nos cuentan que en una época se hacían carreras de camellos en la Rambla. Por favor, si alguien tiene la foto de algo así ... ya tenemos una tapa de Métrica.
Ya sé que los ecologistas tienen razón, que no hay que sacar a los animales de su hábitat ni explotarlos con fines de divertimento, pero ¿cuándo Mar del Plata perdió tanto color local?

Peripecias fuera de la madriguera, por Santiago

Regresando de la parte más Harlem-pre-Giuliani de la Peatonal San Martín, paramos frente a unos afiches, pegados en una pared, que anunciaban una proyección en el Cine Olympia (Rivadavia 2380). Al doblar la siguiente esquina (Santa Fe hacia Colón), una muchacha nos dio un volante con la misma información: un rectángulo en blanco y negro con citas de la crítica, una breve reseña, la mención de los premios obtenidos y el título del film. Me habían contado que la promoción de “Trelew. La fuga que fue masacre” se había hecho de esta manera, la directora volanteando en la puerta del Cosmos, en Buenos Aires. Nos detuvimos a charlar. La muchacha confirmó las versiones: nos dijo que era parte del equipo de producción. Hablamos un rato y nos ofrecimos a colaborar con su tarea, acercando volantes a posibles espectadores.
Para saber sobre el film se puede visitar su sitio web. Tan sólo quería contar en este espacio que a las 22 (22.30 a partir del jueves), en una sala de Mar del Plata (tal vez no la más cómoda, definitivamente no la más pochoclera) se puede ver otro cine, caracterizado así no exclusivamente por aquello que narra o por su propuesta estética, sino también por cómo gesta su producción y distribución.

martes, agosto 15, 2006

Costumbres extrañas

Ayer estaba mirando un video de una fiesta, y me quedé pensando en la extraña costumbre de que los mozos entren con música y luces especiales. Señores cincuentones con cara de culo, haciendo una extraña y triunfal marcha con los alimentos.
Yo entiendo que siempre los ritos del festejo y de la comida han estado muy unidos ¿Pero es necesario recibir con aplausos, música estridente y luces de colores al matambre con rusa?

Un blog que me gustó

Ayer entró a nuestro blog Chili y de esa manera pudimos conocer su espacio. Tiene unas fotos de Mar del Plata muy buenas (no de postal para turistas, o postales para turistas con gusto por lo bizarro). Son muy del estilo tapa de Métrica (Fundación Luno mediante). Además desde allí se puede acceder a una interesante comunidad de bloguistas marplatenses.
Lamento que Chili se haya topado ayer con algunos comentaristas exhibicionistas. Son como Nazarenas Vélez del Blogger, cualquier motivo les resulta bueno para ser el centro de la escena.

lunes, agosto 14, 2006

Urdimbres con y sin hilos

Se trata de una muestra realizada por los artistas Inés D' Augerot, Cristina Gerby, Leonor Fittipaldi, Pablo Javier Hansen y Julián Rodríguez.

Urdimbres con y sin hilos trabaja simultáneamente desde lo textil, los objetos, las intervenciones y la fotografía.

Del 11 al 29 de agosto del 2006 en el Centro Cultural Victoria Ocampo, Matheu 1851, Mar del Plata.

Métrica Nro. 2

Ya está en la calle Métrica # 2, la revista de Sibelius Música & Libros.
En esta ocasión podrán encontrar en la Sección Discos un artículo sobre el sello musical Blue Note (por Fernando Moran), otro sobre el fenómeno de la reedición de los discos clásicos del tango, y muchos más. Por otra parte, hay críticas a la universidad local en la Blogósfera, comentarios encontrados sobre libros y discos en Sobre gustos, y el Dossier alfabético coleccionable está dedicado a María Bethania. En la parte de Libros hay un texto sobre el material inédito de Silvina Ocampo, un artículo sobre el apasionante libro de Robert Fisk que nos ayuda a comprender un problema candente: el conflicto de Medio Oriente (por Jorge Velasco), entre otras recomendaciones. Además, en Arte Local, presentamos a la fotógrafa Verónica Aroza.
Si quieren, pueden recibirla en formato PDF solicitándola a revistametrica@gmail.com.

domingo, agosto 13, 2006

Mi amigo zen

No había percibido que este tipo tenía una orientación hacia la filosofía oriental hasta que escuché de él dos frases sabias, naïve y encantadoras:

* No hay gente mala, hay gente que no sabe.

* Yo no me hago cargo de lo que mi interlocutor quiere interpretar, yo me hago cargo de lo que yo digo.

Habituada a moverme en un medio plagado por la desconfianza comercial, el orgullo artístico y los dimes y diretes académicos y literarios, me conmueve este remanso de paz oriental. Debe ser que se le pegó la onda zen porque cocina mucho con wok y come brotes de soja o algo por el estilo.

Huyendo de un bloguista como de la peste

Últimamente me doy cuenta de que la gente es cauta al hablar determinados temas conmigo. Esto es así porque tienen miedo de aparecer en el blog. Como yo tengo todos los tips de un ridículo progre, ya nadie se queja en mi presencia de los negros, de los pobres, de los piqueteros, de los putos, los zurdos o cualquier otra minoría. Además, como tengo por tendencia contar intimidades ajenas (aunque sin poner los nombres reales) también evitan narrarme cualquier anécdota personal que pueda ser jugosa: una cita que fue un fiasco, un papelón ostensible, un encuentro familiar patético.

Por otra parte, cuando comenzaba el invierno escribí un post quejándome de la tendencia de los marplatenses a comportarse como topitos, refugiándose en sus casas durante todo el invierno, y evitando salir a cualquier costo. Entonces, cuando llamo a una amiga para salir me dice:

-Nooo, que hace mucho frío…-pero enseguida se corrige- mucho frío para mí que estoy tan resfriada.

Dentro de poco, como Mar del Plata es un pueblo con mar donde las noticias corren rápido, la gente va a evitar sentarse cerca mío en los cafés y los restaurantes para evitar que cuente sus charlas de negocios, discusiones de pareja, conversaciones por celular o hábitos alimenticios.

En síntesis, si está pensando escribir en su blog sobre el prójimo, reflexiónelo un poco más. No sea que termine como este bloguista leproso, que ya no puede tener charlas genuinas con nadie.

sábado, agosto 12, 2006

Hasta que reviente

El misterio de la última novela de Irving está dado por un tatuaje que tiene hecho uno de los protagonistas. Éste consiste en un corazón partido con la leyenda: Hasta que te encuentre. Y esa búsqueda parece ser el motor de la novela. El otro día conocimos a un señor que podría haberse hecho un tatuaje similar. También un corazón en el pecho partiéndose en pedazos, pero con la inscripción: Hasta que reviente; ya que el propósito en la vida de este hombre parecería ser tener un infarto antes de los 50 años.

Estaba comiendo con su hija de 12 ó 13 años y su nueva mujer (no la madre de la hija, pero sospecho que tampoco su segunda esposa -debe ir al menos por la tercera). Nuestro hombre es gordo y barrigón. Está sentado en un restaurante, pero no puedo mantenerse quieto. En la parrilla eligió todos los platos posibles con grasas saturadas: pan de campo con manteca, chorizo, papas fritas, carne de cerdo. Mientras devora su almuerzo discute con su hija. No es un intercambio amable de opiniones. El hombre grita mientras se pone colorado como los pimientos que decoran el plato:

-A vos nunca te faltó nada! ¡Yo siempre me ocupé de vos! Y cuando te llamaba por teléfono no me atendías, o me contestabas sí… no… esperando cortarme lo antes posible.

- Pero…-intenta defenderse la pobre criatura, llorosa.

- Pero nada! Lo único que les interesa a tu madre y a vos es que les dé plata. Ni siquiera se interesan por cómo me las arreglo para conseguirla. Claro, no importa, la plata de algún lugar sale. Pero yo soy tu padre, y nunca te levanté una mano, y siempre me ocupé de que no te faltara nada… eso ¿no importa?- mientras grita desaforado se le hincha una vena en el cuello, arteria previamente taponadita por la ingesta de chorizos.

La conversación se interrumpe por una llamada de celular. El hombre se ve obligado a cambiar de frente, ahora está embarcado en una discusión de negocios. Negocios que -se puede apreciar desde nuestra mesa- no son del todo transparentes. El tipo sigue moviendo la pierna nervioso, y mientras su interlocutor le retruca, él aprovecha para mandarse una papa frita pletórica de aceite. La cosa no termina bien, amenazas de ambas partes, acusaciones, facturas viejas.

Corta, y sigue la discusión con la hija. Ahora le dice que quiere que se mude con él, porque no le gusta que viva bajo el mismo techo que el novio de la madre, a quien describe como el demonio, pero risible. Cuando imita el semblante del novio de la madre, obtiene una sonrisa cómplice de la hija. La cosa se relaja un poco. Hoy nuestro hombre no logró su propósito de reventar, aunque estuvo muy cerca. Vamos a ver cómo lo hace mañana.

lunes, agosto 07, 2006

Estoy leyendo: El Interior, Martín Caparrós, por V.G.

Aclaremos en primer lugar que Caparrós no es un personaje que me caiga especialmente bien, menos aún luego de verlo despreciar a nuestro permanente periodista local Adalberto Vecchiarelli en una presentación del libro “Amor y Anarquía”, libro que disfruté mucho por una cuestión generacional.
Personalmente me apasionan las crónicas de viajes, especialmente cuando el viajero es aquel que le gusta indagar en el aspecto humano de un lugar y no tanto en la simple descripción de paisajes, edificios y monumentos.
Plagado de cierta pedantería, hasta cierto punto reconocida por el autor, El Interior es un libro bien escrito, ágil y humano. Humano porque está plagado de prejuicios, que en algunos momentos chocan con la realidad o en otros casos se confirman en los diálogos e indagaciones del autor. Humano porque el autor sabe tener empatía con sus interrogados y deja la ironía o el sarcasmo para compartirla con el lector.
En algunos de los capítulos que he leído me he enterado sobre el resurgimiento de la ciudad de Federal (refundada durante la dictadura) , la pobreza extrema en Concordia, el acuífero guaraní, la sociedad rosarina, la belleza de Misiones, el gauchito Gil y otras yerbas.
El libro de Caparrós intenta indagar sobre el concepto del “Interior” y lo hace no con sesudos análisis académicos-históricos sino recorriendo las rutas y los pueblos, comiendo en parrillas de ignotos poblados, internándose en las villas miseria, charlando con políticos, periodistas, hombres y mujeres anónimos.La respuesta a la definición que Caparrós busca tal vez no exista, pero seguramente el viaje, el camino, el interrogarse sean ya desafíos suficientes y apasionantes por sí mismos.

Vimos en DVD: Tsotsi

Tsotsi es una película que retrata la vida marginal en Johannesburgo. Tsotsi y sus amigos son jóvenes delincuentes sin compasión. Están llenos de odio y crueldad. Las primeras escenas del film son escalofriantes, al punto que uno comienza a preguntarse por qué eligió esa película. Tsotsi se distancia de su banda por ser demasiado violento. Entonces inicia una serie de atracos solo. Se dirige a un barrio residencial y roba un lujoso auto mientras la dueña sale del coche para abrir el portón. La escena se complica porque la mujer se resiste. Él le dispara y se va. Cuando creemos que la película consistirá en una serie de robos violentos sin solución de continuidad, el panorama cambia. Tsotsi escucha ruidos en la parte trasera del vehículo. Allí hay un pequeño bebé en su butaca. Tsotsi podría haber tirado al bebé por la ventanilla, pero entonces la película hubiera carecido de trama. Él conserva el bebé, y a su manera, intenta cuidarlo. De esta manera, Totsi se conecta con el niño que alguna vez fue. Recuerda la huida de su hogar y la vida en los caños. Este costado humano del protagonista no significa que su vida se reencauce. Es un film realista, él no puede recuperar su infancia perdida e irse de vacaciones a Disneylandia. Es por eso que la película es buena. Por eso y por la soberbia actuación de su protagonista: un chico de 13 ó 14 años que con gestos mínimos, sin histrionismo, muestra la dureza de la existencia marginal y cómo bajo una pátina de crueldad se puede esconder la fragilidad de un chico obligado a crecer demasiado rápido.

La vida sin cable

Cuando nos mudamos a una nueva casa descubrimos que sus anteriores habitantes habían optado por una versión light del enganche del cable: lo compartían con sus vecinos. Nosotros optamos por ponerlo solos por varios motivos: se veía mal, no nos gusta la figura del vecino compinche, y ser legalista es la mejor manera de ser excéntrico en la Argentina (si Baudelaire o Wilde vivieran en nuestro tiempo y lugar harían todo por derecha como mejor manera de mostrarse como raros y reivindicar su derecho a la diferencia).
Pero el punto es que desde que desenganchamos el cable trucho hasta que pusimos el legal mediaron unos días sin cable. Obviamente, nos acordamos de nuestro amigo el Ruso que lidera la campaña: Regale su televisor y sea feliz. Pensamos que no venía mal un pequeño experimento, ver si sentíamos esa liberación de la que nos habla nuestro gurú. El desasosiego inicial fue reemplazado por una estrategia de contención: alquilar DVD's, encontrar buenos libros, hallar temas de conversación no vinculados a lo que uno vio en televisión.
El experimento fue exitoso y logramos sobrevivir, pero emergimos del proceso con algunas dudas. ¿Forma parte de la liberación no ver películas, documentales y shows musicales? ¿El Ruso mira DVD's en su computadora, en algún instrumento tecnológico primermundista por nosotros desconocido, o es también preciso abandonar estos discos porque lo nocivo son las imágenes en sí?Repito, sobrevivimos, pero no aprendimos la lección. Se puede estar sin televisión, pero ¿por qué? o ¿para qué?.
La televisión puede manipular nuestra forma de pensar de la misma manera que los libros, diarios o Internet, que las placas de Bloomberg en que pasan numeritos que aquellos de visión cándida creen que son la realidad misma, como si lo que se mide y cómo se mide no fueran en sí mismas declaraciones de principios. Creo que el torbellino de imágenes de la televisión puede ser confuso o nocivo, pero tan confuso y nocivo como salir a la calle y escuchar las declaraciones contradictorias de los laburantes y los comerciantes, de los funcionarios y los desocupados. En la calle hay violencia y contradicción, y la tele la magnifica, potencia o soslaya de acuerdo a su conveniencia. Tinelli es un asquete, Rial un amarillista, la CNN vende pescado podrido, y los Reyes Magos son los padres. Sin tele no me faltó nada, pero tampoco vi la luz.

Hasta que te encuentre, por A.B.

En su última novela, Hasta que te encuentre, John Irving halla una forma ingeniosa para contar la historia de Jack Burns. La psicóloga de Jack le pide a este actor confundido y conflictuado por una tormentosa vida familiar y sentimental que cuente cronológicamente, sin omitir nada, todo aquello que lo haya hecho reír, llorar o indignarse. Ese largo monólogo, llevado a forma escrita, es Hasta que te encuentre. El relato comienza a los cuatro años de Jack, cuando se traslada con su madre a distintos puertos del Mar del Norte y del Mar Báltico en busca del padre desaparecido de Jack. La madre de Jack, Alice, es tatuadora y se trasladará siguiendo las pistas de Williams -un organista eximio- mientras ejerce su curioso oficio. Aquí Irving despliega sus excepcionales dotes de escritor recurriendo a la memoria imperfecta de un niño. Los importantes sucesos de ese viaje no serán mezclados con la voz de ningún narrador omnisciente. La sustentabilidad misma de la narración está vinculada a esa memoria imperfecta y manipulable.
La vida de Jack a su regreso a Canadá cambiará radicalmente. No sólo porque mudará esa forma de vida gitana en hoteles y estudios de tatuajes para ir a un buen colegio y llevar una vida acorde a la de un niño de su edad, sino porque su madre lo distancia cruelmente de sí. De esta manera, Jack vivirá muchas experiencias curiosas y una iniciación sexual traumática sin que su madre, que parece dedicada a una vida desordenada, advierta nada extraño. En ese momento se definirán muchos aspectos de la vida de Jack: su afición por la actuación, su gusto por las mujeres mayores, su tendencia al travestismo.
Ya siendo un actor de Hollywood exitoso, Jack Burns regresa a Europa, a aquellos puertos de ese viaje a los cuatro años que signara su vida. Es entonces que descubre que la mente de un chico de cuatro años es incapaz de retener un sinnúmero de detalles y contradicciones, y que si a ello sumamos una manifiesta voluntad por confundirlo, la realidad pudo ser muy diferente a como él la imaginó. En su segundo viaje, Jack encuentra nuevas pistas sobre su padre, el Hombre partitura, que tatuaba sus pasajes musicales preferidos en su cuerpo, para señalar la forma en que la música sacra había marcado su vida.Decir que el relato de Irving es tan atrapante que sus más de mil páginas corren muy rápido, o contar que el personaje de Jack es tan contradictorio como adorable, no parecerá una novedad a quienes hayan leído ya alguna novela de este autor. No obstante, es preciso remarcarlo cuando este trabajo ha sido bastante maltratado por la crítica, dejando la sensación de que es aburrido o ilegible. Sí podemos acusar a Irving de utilizar fórmulas que ya aparecían en sus novelas anteriores: un padre desconocido (El mundo según Garp), el abandono materno (Una mujer difícil), largas descripciones de encuentros de lucha (El mundo según Garp), el deseo sexual por las mujeres mayores (Una mujer difícil), relaciones incestuosas (El hotel de New Hampshire), narraciones de la vida diurna de las prostitutas en las zonas rojas, transformando lo sórdido en cotidiano (Una mujer difícil). No obstante, cuando leemos Hasta que te encuentre, no tenemos la sensación de estar ante un texto ya visto, el ensamble que Irving hace de este material crea una historia verdaderamente original y conmovedora.

sábado, agosto 05, 2006

Me gusta Tennis Pro

Uno de mis programas favoritos es Tennis Pro, programa conducido por los tenistas Zabaleta y Chela. A quien nunca lo haya mirado, le cuento que no es un típico programa de cable sobre tenis. Los pibes filman con cámaras de mano cosas durante los torneos. Imágenes de las ciudades que visitan, la intimidad de los hoteles y los vestuarios. El programa es muy gracioso porque ellos tienen chispa, son ingeniosos y relajados. Le hacen bromas al resto de los tenistas profesionales (pero no a lo Tinelli: burlarse del otro porque no entiende tu idioma, y la mayor parte del tiempo se ríen de ellos mismos). No es muy factible explicar por qué el programa es bueno, hay que mirarlo. Te dan ganas de ser tenista. Ves que aunque los tipos son profesionales en un deporte súper competitivo, tienen tiempo para conocer los lugares que visitan, hacer amigos, y hasta un programa de televisión. Creo que cualquiera que hace un programa de cable se debe querer matar cuando ve Tennis Pro. Quiero decir, tienen mucha más gracia y espontaneidad que la mayoría de los conductores, tipos que dirán muy orgullosos que se dedican a hacer tele. Chela y Zabaleta son tenistas de alto nivel, y en el ratito que les sobra hacen un programa de tele que sale mucho mejor que los de aquellos que pueden dedicar su semana completa a eso.

jueves, agosto 03, 2006

Una segunda función

Amas de casa eran las de antes. Las que tenían velas en el segundo cajón de la cocina, justo debajo de los cubiertos. En caso de corte de luz, desplegaban un rápido y eficiente método de iluminación artificial sobre la base de las velas pegadas con sebo a viejos platitos Durax. Las amas de casa de hoy usan Lysoform en lugar de lavandina, Cif a cambio de Odex, un wok en reemplazo de las ollas y sartenes de aluminio, pero sobre todo, muchos imanes en la heladera, porque para qué hacer nosotras lo que otros hacen mejor. Pero no hay delivery para cortes de luz. Cuando el otro día se cortó el suministro eléctrico me di cuenta de que en casa hay velas con fragancia de vainilla y fanales que dan una luz difusa y sensual, pero nada de velas comunes. Entonces me paré a buscar a tientas uno de estos artefactos en un estante, y me pinché con un cactus en vasija de barro. Después, no podía prender la vela de vainilla porque la mecha estaba vieja (estos elementos decorativos datan de la época de la llamada Fiebre de las velas, que asoló a nuestras sociedades hace tres o cuatro años). Probé con el fanal, pero las velas de noche estaban pegadas al fondo, lo cual hacía la labor muy dificultosa. El trabajo, además, se veía interrumpido por las protestas de mi marido y el llanto asustado del bebé.

- ¿Por qué en esta casa no hay velas normales?- me cuestionó.
- Porque son feas, están éstas que son lindísimas.
- Pero no funcionan...
- Su principal función es decorar, y sólo como segunda función iluminar.

Finalmente pude prender las velas y nos organizamos para ir a dormir -no hay otra cosa que hacer si no se puede ver tele- mientras continuábamos el debate sobre la primacía de lo estético o lo funcional. A la mañana siguiente, el defensor del carácter funcional de las cosas saca su celular para hacer una llamada, y me acuerdo ¡de que el teléfono tiene linterna! ¡Y también de que defendió su compra aduciendo que tenía muchas segundas funciones!

Un libro prometedor

Se trata de Jefes tiranos y ejecutivos soberbios. Cómo tratar con ellos sin ser como ellos. Me entusiasma el tema. Pero el subtítulo debería haberme hecho entender que se trata de un libro sistémico, que busca soluciones de compromiso. Lamentablemente las vías elegidas por el autor no parecen encontrarse en hacer con ellos una brochette o arrojarlos a un puñado de niños hiperactivos en vacaciones de invierno con tres grados bajo cero. El autor más bien se inclina por estrategias de simulación, contar hasta diez, o hacerlos entrar en razones sobre la mayor eficiencia de las soluciones planeadas por los empleados maltratados. Una lástima.

Diálogo (real) en la Exposición Rural

- Do you have a cup of coffee?- pregunta una señora de aspecto elegante en un stand.
- Yes, of course!- contesta rápidamente la promotora, contenta de poder usar en su trabajo lo que aprendió en la Cultural Inglesa. Al fin los tan mentados turistas extranjeros para los que había que estar preparada.
- ¡Qué bueno hablar en inglés y que te contesten en inglés!- dice la señora mayor elegante con inconfundible acento de Barrio Norte.
Ante tal imbecilidad la promotora se queda sin palabras. Por suerte una voz anónima encuentra el comentario apropiado en el fondo del stand:
- ¡Qué pelotuda!
- Más pelotuda serás vos!- contesta rapidito la señora y se aleja en busca de gente tan estúpida como ella.
Seguro que no le faltó oportunidad. En la Rural incluso las vacas están dispuestas a hablar en un idioma extranjero para demostrar que están asociadas a un micromundo en dólares, TAN lejano de ese otro universo de los pesos y el castellano.