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miércoles, julio 26, 2006

Sibelius en la novela de Irving

Comencé hace unos días la extensísima novela de John Irving Hasta que te encuentre. He leído todos los otros libros del autor, por lo que no puedo privarme de éste, que ha sido señalado por el propio Irving como su trabajo más personal. Justo es decir que ha recibido críticas lacerantes, y que sus más de mil páginas acobardan un poco. Pero cuando nos encaprichamos con un autor, no podemos dejar de leerlo. Y digo encapricharse porque uno tiende a defender lo que le gusta. Cuando declaro que Irving es mi escritor favorito no pretendo decir que sea el mejor, sino simplemente me he encariñado tanto con el autor como con los personajes de sus novelas. Y es por eso que tomo con entusiasmo un extenso relato que Irving reconoce está inspirado en su propia vida.

En Hasta que te encuentre, Alice es seducida por un joven y talentoso organista de la parroquia en cuyo coro ella canta. Ella queda embarazada y él la abandona. Pero así como Alice se enamora de William irremediablemente, William descubrirá junto a Alice un universo adictivo que le permitirá a ella seguir su pista. El padre de Alice es tatuador, en su estudio el organista se hace el primer tatuaje de notas musicales, iniciando una pasión que no lo abandona. De esta manera, Alice podrá rastrear a William por Europa siguiendo la pista de los sujetos que tatúan al "hombre partitura". Esa búsqueda de Alice, marcada por la curiosa combinación de iglesias y estudios de tatuajes, será hecha junto a su pequeño hijo Jack, protagonista del relato.

Uno de los métodos que utiliza Alice para obtener datos sobre su amante desaparecido, es charlar con jóvenes también seducidas por él. Como Jack se parece mucho a su padre, algunas muchachas no podrán evitar sentirse atraídas también por él. Una de ellas, casi una niña, le susurra al oído a Jack la palabra clave: Sibelius. Y entonces se suceden una serie de aventuras en Finlandia. Evidentemente, esta coincidencia me llamó la atención. Sibelius es atendido por dos fanáticos de Irving. Después caí en la cuenta de que en una novela de más de mil páginas se deben mencionar a todos los compositores clásicos, a todos los países en que estos nacieron, y los nombres probables de todas las disquerías y librerías del planeta.

De la crónica diaria

El otro día leí en Wimbledon que la mayor parte de los post versan sobre asuntos personales. En este aspecto, como en la mayoría, se impone el egocentrismo. La gente no quiere escuchar al otro o intercambiar ideas, sólo hablar de sí. Fiel a esta tendencia, les cuento mi incidente del día, que entronca con un problema que padezco hace un tiempo.
Esta mañana en Mar del Plata tuvimos un día especialmente neblinoso y húmedo. Espantoso. Iba caminando con mi hijo de trece kilos a upa cuando me resbalé con una baldosa floja. Por un momento pudo parecer que me caía, pero rápidamente restablecí el equilibrio. Una vieja (señora mayor) acota:

-¡Caminá más despacio con la criatura encima!
-Métase en sus cosas!- les contesté yo caliente.
Maleducada!-me contesta la vieja.

Yo me alejé, ahora sí caminando rápido, y me quedé pensando que ante la gente que estaba en la calle la vieja había tenido razón: yo era una maleducada. El problema es que en un enfrentamiento verbal callejero, uno no tiene tiempo de desplegar las teorías sociológicas que justifican las reacciones.
El barrio donde vivo se caracteriza, además de por las veredas rotas, por estar habitado por un número desproporcionado de gente mayor. Desde que quedé embarazada, un montón de viejas que no conozco se sienten autorizadas a decirme cómo tengo que hacer las cosas:

-¡Qué panza chiquita! Hay que comer más cuando se está embarazada.
-Ese chico está demasiado abrigado, no ves que está colorado.
-Ese chico está desabrigado, se te va a enfermar.
-A esta edad no tendrías que llevarlo en cochecito, así no va a caminar nunca.
-Me parece que ya es tiempo de que le saques el chupete.
-Pobrecito en la calle tan temprano, el mejor lugar para un bebé es su casa.
-¡Cómo llora! Seguro que tiene cólicos deberías probar con manzanilla.
-Ese nene tiene hambre, ¿Hace cuanto le diste la teta?

Todas estas acotaciones las hacen las señoras mayores sin que uno les pregunte, sin siquiera conocerte, en la creencia de que la edad les da impunidad para opinar, para descalificarte como madre, para generalizar desde sus vivencias labrando leyes de la crianza absurdas, en fin, para meterse en lo que no les importa.
En las antiguas sociedades, el consejo de los ancianos era respetado porque la experiencia era la única forma de conocimiento. Hoy vivimos la tiranía de los jóvenes, porque Google nos da todas las respuestas: qué alimentación debe tener una mujer embarazada, cuántos kilos es deseable engordar, cómo debe vestirse un bebé, qué juguetes desarrollan mejor la motricidad, en que etapa debe realizarse el destete, que supuestos remedios caseros pueden ser dañinos. Los viejos que quieren manderle mails a sus nietos que viven en España nos tienen que pedir ayuda en el ciber. Sus conocimientos han quedado obsoletos. Sus hijos y sus nietos ya no los escuchan, es por eso que quieren impartir sus sabias enseñanzas a los pobres desconocidos que se cruzan por la calle. No se arroguen derechos que la sociedad ya no les confiere. No se imaginen funciones que nadie quiere darles! Yo no le digo a las viejas que van por la calle:

-¡Usted debería usar bastón! Una caída a su edad puede ser fatal.
- ¡Tiene que ponerse más abrigo! Si le agarra neumonía con sus años, no zafa.
Hoy, pobre, la ligó la vieja con sus consejos sobre la velocidad adecuada. Pero tienen que entender que las aldeas descriptas por Levi Strauss en las cuales los gerontes cumplían un rol rector esencial, hoy tienen Internet, un celular por habitante, riego artificial para cuando no llueve, y si tienen dudas sobre la crianza de los niños, miran en la televisión por cable Historia de un bebé o La niñera experta.

martes, julio 25, 2006

Respuesta al Ruso, por V.G.

Debo confesar que los largos comments de muestro comentarista estrella son particularmente atractivos. Responden a una línea de pensamiento aparentemente lógica, racional e informada. La cantidad de ecuaciones, nombres y referencias que realiza el Ruso son realmente apabullantes. Mis respuestas , generalmente breves, son para el Ruso algo así como "les hablé con la razón y me contestaron con el corazón". O podría decirlo como "te tiré datos de The Economist y me respondiste con una frase de Página/12".
El Ruso cree que mi principal pecado político es el de ser kirchnerista (si es que tal calificativo se aplica a quien lo votó) y por lo tanto, peronista -populista - demagógico. O simplemente idiota. Porque en la visión clara, pura y "racional" de nuestro querido amigo, los matices son sinónimo de tibieza. Y por sus comentarios y mails, plagados de ejemplos y contraejemplos, citas históricas y conclusiones tajantes, este gobierno es mediocre, poco democrático y nos va a llevar inexorablemente al fracaso. Peor aún, este gobierno es peronista, lo que en su mente liberal y europea, signfica que nos gobierna un grasa que usa traje cruzado, recauda alquileres en su provincia, es medio bruto y no conoce el mundo.
Mi primer atisbo de conciencia política (o algo así) fue allá por el año 1982, donde escribí en una agenda (pecado de niñez, ya que tener agenda a los 8 años califica para la página esdeputo.com ) la frase "papá odia a los militares". Cosa extraña, porque algunos buenos amigos militares de mi padre se sentaban con bastante frecuencia a la mesa de mi familia. Pero creo que ciertos reduccionismos sirven a la hora de aclarar el pensamiento. Y en esos tiempos era más que justificado odiar a una fuerza que se había dedicado a matar, saquear y violar todos los principios democráticos y de mínima conveniencia.
Recuerdo claramente la vuelta a la democracia, aunque no con la misma fuerza con que recuerdo esa sensación de asco a todo lo castrense. Alfonsín me caía simpático y me impresionaba entonces sus discursos grandilocuentes , como también el bigote raro de Caputo y los anteojos de Juan Vital Surrouille. Y en el medio las cagadas de siempre: Seineldín, Rico y La Tablada. Y después del horror de los 70´s, el gobierno de Alfonsín fue un oasis de civismo y democracia. Y también, claro está, de inoperancia radical.
Soy de la generación de los 90´s. Es decir, pasé mi infancia con la dictadura y con Alfonsín y empecé a madurar con lo que para mí fue en lo político la década infame: Menem y de La Rúa. Tengo bien presente la lista del espanto, que algunos quieren ahora olvidar o minimizar: bombas en la Amia y Embajada de Israel, tráfico de armas, voladura de Río Tercero, Vicco, Spadone, Gostanián, María Julia, el Ibrahim al Ibrahim como jefe de la Aduana sin hablar español, el caso IBM- Banco Nación, la Ferrari, la corte de payasos como Moliné O´Connor y Nazareno, los jueces federales,....y la lista sigue. Es por eso que cuando La Nación , o Lilita o el Ruso o muchos quieren poner en igualdad de condiciones a este gobierno con el de Menem e inclusive algunos más atrevidos con la dictadura nazi, me sublevo. Ni los periodistas comprados con los sobres de la SIDE podían ocultar en los 90´s semejante catálogo de aberraciones, continuación pseudo-democrática del saqueo y la decadencia golpista.
Es claro que no me engaño, éste no es el mejor gobierno que podemos tener. Pero es claramente, y por lejos, el mejor que había para elegir. Y creo que aunque pueda parecer triste o resignado, es una gran cosa. Nos hemos salvado por ahora de los Patti, los Reutemann, los Rodriguez Saa y los Sobisch de este mundo.
El prometido presidente por "6 meses" que prometía La Nación o el "títere de Duhalde" que auguraba el infame Grondona fue capaz de rearmar la autoridad presidencial, sostener el crecimiento, poner en la agenda el tema de los derechos humanos y la educación, reformar la Corte, aumentar el presupuesto de Ciencia y Técnica, bajar la pobreza y la indigencia y renegociar la deuda externa. Seguramente el Ruso responda que en realidad no hizo ningún cambio estructural, que es autoritario, provinciano y que no sabe gestionar. Y el peor de los pecados, no le da publicidad oficial al diario Perfil.
Sé que es un poco extraño en estos tiempos hacer una apología de un presidente. Porque seguramente lo más aconsejable sea ser crítico, confrontativo y desconfiado. Pero que la gran mayoría de aquellos que se llamaron a silencio durante la década del 90 (y no es tu caso Ruso) ahora vean en Kirchner la personificación del mal provoca en mí la necesidad de confrontar no con los pecados del presidente sino con la hipocresía de sus numerosos críticos.

sábado, julio 22, 2006

Rushdie compone a su propio asesino


Salman Rushdie alcanzó fama mundial cuando extremistas musulmanes lo amenazaron de muerte por las ideas que podían encontrarse en sus ficciones. No obstante, en Shalimar el payaso, el escritor redobla la apuesta y continúa vertiendo sus polémicas opiniones sobre el Islam. Específicamente, en esta novela explora el surgimiento de dos personalidades diversas: la de un diplomático americano involucrado en oscuras actividades secretas y la de un terrorista fundamentalista islámico. Son víctima y victimario con dos cosmovisiones opuestas del mundo. Pero además, Rushdie complejiza y enriquece la historia sumergiendo a estos personajes en una disputa privada que, como corresponde en toda buena novela, tiene que ver con una mujer.
Capítulo tras capítulo, el autor nos traslada a través del tiempo y del espacio. La historia parece surgir del corazón de Cachemira, donde un joven musulmán y una chica hindú se enamoran. Luego nos vemos transportados a Alsacia durante la Segunda Guerra Mundial, donde un joven judío que pierde a sus padres en un campo de concentración se transforma en un activo miembro de la Resistencia. Estas dos historias convergen en Los Ángeles alrededor del año 2000, en que víctima y victimario se encuentran cara a cara.
Pero uno de los pasajes más llamativos de la novela se produce cuando Shalimar el payaso entra en la clandestinidad transformándose en terrorista. Este pasaje tiene un momento clave: cuando Shalimar comete su primer asesinato. Y, paradójicamente, la primer víctima no es otra que el propio Rushdie: un escritor occidentalizado crítico del Islam, cuya descripción física coincide con la del autor. Rushdie enfatiza el hecho de que Shalimar sólo cumple órdenes, que no conoce a su presa ni entiende los motivos que la organización tiene para matarlo. En todos los rostros, él sólo puede ver el rostro del hombre que en realidad desea matar: el diplomático americano que corrompió a su mujer.
En una entrevista otorgada recientemente, y reproducida por Ñ, Rushdie reflexiona sobre la naturaleza de los terroristas. Se le pregunta si al componer unos personajes marcados por los saqueos, las violaciones y las humillaciones de sus comunidades, el autor no está justificando el terrorismo y, con ello, realizando una concesión a quienes lo amenazan de muerte. El novelista contesta que tal vez su trabajo esté marcado por un intento de comprender, pero que ese entendimiento no tiene por qué ser sinónimo de aceptación. En síntesis, Rushdie crea una novela original donde no falta ningún elemento: política, religión, romance, intriga y un toque sobrenatural. Un ítem en contra: una traducción plagada de españolismos y un tanto imperfecta que conspira contra la escritura de Rushdie.

Novedades importadas

Recibimos, entre otros, los siguientes CD´s:

  • Antonio Carlos Jobim: And Friends . Recital en Sao Paulo de 1993 con invitados como Herbie Hancock, Shirley Horn, Joe Henderson y Gal Costa. $ 36
  • Ney Matogrosso: Canto en qualquer canto. Nuevamente un Ney Matogrosso con una instrumentación despojada recrea temas de su repertorio menos conocido, entre otros: Tanto amar de Chico Buarque y Dos Cruces de Carmelo Larrea. $ 29
  • Paco Ibañez: en el Olympia. Edición especial de esta presentación de Paco Ibañez en el Olympia en 1969. Entre otros temas: Palabras para Julia, Nocturno, Lo que puede el dinero, A galopar. $ 40
  • Chico Buarque: Carioca. Último CD del gran Chico Buarque. Disponible también una versión que incluye un DVD con un documental de una hora de duración.
  • DVD Pink Floyd: Pulse. La tan esperada presentación en vivo de Pink Floyd, donde se interpreta "The dark side of the moon" en forma completa. Incluye varios extras: documental, videos y otros.

¿Cómo se explica?

...que el 60% de los productores agropecuarios declare que su negocio va "viento en popa" y que el 65% de esos mismos productores diga que la política de Kirchner hacia el sector es "mala o muy mala"?
Bueno, hagan memoria de a qué gobernantes (democráticos y no democráticos) aplaudieron en la Rural y tendrán la respuesta.
A un tal Tejada se le ocurre esta explicación: "...en su papel de tales, entre los productores "surge un rosario de quejas como principales barreras a su tarea, lo que podría traducirse en una transferencia de su excedente económico a las empresas y al Estado, ya sea por el alto costo de los insumos y recursos para producir, como las retenciones -principalmente en maíz- y la carga impositiva que evalúan como distorsiva, alta y con manifiesta presión en el terreno". ¡Qué raro!, quieren terminar con la inseguridad y la pobreza y después se molestan por tener que dar una porción de sus ganancias al Estado.

viernes, julio 21, 2006

Cortar la calle está bien

... pero sólo si sos de clase media o clase media-alta y protestás por la inseguridad o porque te robaron los ahorros. Y ya que estamos, ¿qué tiene que ver la inseguridad con un "loquito" de Belgrano a quien le dio por tirar tiros a lo Columbine?

Yo quiero tener un millón de amigos

Otro invento argentino. Como la birome, el dulce de leche, las huellas dactilares y el colectivo, ahora el último grito de la creatividad argenta es el “día del amigo”. La gente se acuerda de salir y juntarse a honrar la preciada amistad copando restaurantes, bares y cafés. Hay menús especiales, triple turno en los restaurantes y manadas de amigos enviando mensajitos a trocha y mocha. Se saturan las líneas porque los argentinos realmente valoramos la amistad, no como los europeos que son fríos y tienen pocos hijos y ni en pedo te invitan a comer a la casa. Y ni hablar de los yanquis que se saludan con un apretón de manos o un simple "hi".
Bueno, finalmente yo fui cómplice de esta celebración y decidí ir con un amigo (el único que quiso salir a la fría noche marplatense) a una ex- franquicia de un famoso bar cubano donde las paredes están escritas y aparecen fotos de famosos comprometidos con la Revolución tomando un daiquiri. De vez en cuando, toca algún músico de la nueva trova cubano – argentina. Un detalle de color es que la casa original de este bar le retiró la franquicia a este marplatense por no pagar el canon correspondiente. Entre camaradas también se traicionan. El Che y Mirtha Legrand no alcanzaron como moneda de cambio para pagar la sucursal del barcito.
Cuando encarábamos para entrar y sentarnos en la barra, nos para un clásico “portero” y nos pregunta si íbamos a comer. No viejo, ya morfamos, queremos tomar un mojito. Miramos para adentro y la barra está vacía. “El horario de barra es hasta las 9, a partir de esa hora el lugar es sólo para comer”.La exclusión en este caso no era discriminatoria por la vestimenta, aspecto o nivel de borrachera. El increíble dueño de este lugar (que es básicamente un bar adonde sirven comida) sólo quiere a los que vienen a morfar. Si querés tomar algo, venite antes de las 9 o después de la 1 de la mañana. Lo que nuevamente confirma que la imbecilidad no tiene fronteras, pero en ciertas zonas se manifiesta de maneras increíbles.

Un link vale más que mil palabras

Para nuestro comentarista estrella, con cariño:

http://esdeputo.com/

miércoles, julio 19, 2006

Sobre el diario Perfil

Acostumbraba a comprar el diario Perfil todos los domingos, especialmente porque me interesaba el suplemento cultural y algunos artículos de la parte deportiva. Si bien estaba impreso muy prolijito y era visualmente atractivo, la mayoría de las notas restantes estaban mal escritas, eran poco profundas y en algunos casos informaban cosas sin sustancia ni fundamento (lo que no es tan grave). Y había secciones, como las de Lanata y las de Nelson Castro, que realmente daban lástima, sobre todo por el hecho de creerse comprometidas con la realidad y forzadamente "opositoras"
Mi querido amigo el Ruso despotrica continuamente contra el oficialista Página/12 y sus subvencionadas páginas. Es un hecho que recibe proporcionalmente más publicidad que cualquier otro medio y sin ese apoyo sería realmente inviable. Igualmente, y a pesar de su oficialismo descarado, todavía tiene varias plumas interesantes.
Hace unas semanas existe un conflicto sindical en el diario Perfil, que uno puede seguir a través de los blogs de varios de los periodistas de ese medio. En el último número, muchos de ellos se negaron a firmar las notas. Aduciendo un "Código de Ética" del propio diario, su director Fontevecchia decidió que el personal jerárquico supliera esa carencia. No hubo entonces notas sin firmar.
Una especie de carta abierta de Fontevecchia intenta explicar el por qué del fracaso comercial de Perfil, y lo más increíble es que finalmente sostiene que la falta de publicidad estatal hace económicamente inviable al diario. En definitiva, quiere que yo le pague su diario porque el señor Fontevecchia cree que le está haciendo un favor a la Argentina, casi un acto patriótico al sostener un diario "opositor" y comprometido. No cuenten conmigo.

Sobre la guerra

Se pueden leer actualizados blogs, a Ben-Ami, a Fisk, al New York Times, al Jerusalem Post...pero finalmente la conclusión a la que se llega es que la imbecilidad del género humano no tiene límites.

La pluralidad según CNN

Cuando el embajador sirio en USA quiso responder a la pregunta de un periodista de CNN acerca de por qué habían secuestrado a dos soldados israelíes, lo cual era considerado un acto de guerra, y éste comenzó su respuesta refiriéndose a los miles de “arabs” secuestrados ilegalmente de sus países por parte de Israel, entre ellos diputados de Hamas elegidos en forma democrática...el periodista respondió “Sorry Sir, but we have run out of time...”

domingo, julio 16, 2006

El calamar y la ballena

Por fin pude ver Historias de familia. Me la perdí cuando la estrenaron en el cine, y también en un ciclo de cine-arte. Ahora se consigue en DVD. La película, con dirección y guión de Noah Baumbach, cuenta la historia de una pareja de escritores norteamericanos que se divorcian. El film está ambientado a mediados de los '80 y muestra cómo una pareja que pretende ser moderna, madura e intelectual, termina siendo patológica, manipuladora y psicópata. Ahora bien, si la película hubiera sido abordada directamente desde el punto de vista del drama, sería algo tan triste como cotidiano. Quiero decir: no necesito ir al cine para ver cómo parejas de separados compuestas por gente más o menos agradable y normal, no pueden evitar usar a sus hijos como botín en su disputa de divorcio. Esto es, pretender ser equitativos y razonables, para luego ser mezquinos y perversos. Desear tratar el tema con madurez, siendo francos con sus hijos, para luego solapada o abiertamente hablarles mal de su padre o de su madre intentando que sus hijos tomen partido por ellos. Pero lo original de la película reside en el toque de humor que Baumbach introduce. Naturalmente, se trata de una risa nerviosa antes que de una carcajada. Se vincula con satirizar una situación tortuosa que él ha admitido que fue la propia. Esto es, el divorcio de sus padres transcurrió cuando Baumbach era adolescente en aquel Brooklyn que aparece en la película.
Desde el comienzo, el hijo adolescente se solidariza más con su padre. Evidentemente, lo idolatra e intenta parecerse lo más posible a él, siguiendo sus consejos mucho más allá de lo razonable. Su madre parece la culpable de la separación: ella lo desprecia por no tener el mismo éxito de antaño, lo ha eclipsado comenzando a escribir, y también le ha sido permanentemente infiel. La película, traducida aquí como Historias de familia -generando una confusión con la argentina Asuntos de familia estrenada en fecha similar- se llama en realidad El calamar y la ballena -tal vez para evitar la confusión con la horrible película argentina La puta y la ballena Este título curioso apunta al nudo problemático de una historia donde todo parece claro. Esa pareja tan intelectual se ha separado. El hijo mayor ha tomado partido por su padre y el menor por su madre. Comienzan a surgir algunos comportamientos extraños en los chicos. Al mayor le piden en la escuela que vaya al psicólogo. Su padre le dice que concurra, pero que no se fíe mucho de un profesional que ni siquiera está doctorado en su especialidad. El chico comienza a contarle al psicólogo sus vivencias de pequeño en el Museo de Ciencias, en el que se representaba la escena de una ballena comiendo un calamar. Y ese recuerdo, al parecer insignificante, es el que complejiza la historia y la dota de mayor emotividad.
Mirar Historias de familia en DVD te quita la emoción de la pantalla grande, pero aporta beneficios marginales. Comento la película con un conocido que la vio en el cine. Dice que le irritó mucho que los espectadores se rieran a carcajadas del drama, como si estuvieran viendo una comedia divertidísima. Además, una chica detrás de él se puso a llorar desconsoladamente, recordándonos que lo común de los divorcios en la actualidad no borra el carácter traumático que puede tener para sus protagonistas

Una anécdota vale más que mil reseñas

Editorial Sudamericana ha creado una nueva colección. Se trata de In Situ, que reunirá textos sobre temas específicos. Hasta el momento la colección se compone de dos títulos: La vida descalzo de Alan Pauls y Pasarla bien de Miguel Brascó. Es difícil describir estos libros. Ni siquiera es sencillo catalogarlos en el binomio ficción/no ficción ya que se trata de un mix entre reflexiones sobre los temas que se abordan: las playas/lo culinario, con historias que pueden ser reales, pero que tienen un tratamiento literario. Creo que para dar una idea clara de estos libros lo mejor es contar anécdotas que aparecen en estos libros.
En La vida descalzo , Pauls reflexiona sobre el descrédito intelectual de la playa. Recuerda entonces que de joven le preocupaba su pasión por el veraneo, cuando claramente aparecía en contradicción con su deseo de ser escritor, ya que la playa aparece naturalmente asociada a lo frívolo y divertido, en tanto que él pensaba que ser intelectual se vinculaba con todo lo contrario: lo comprometido, lo profundo...
Esa dicotomía persistió en él hasta que vio la película Julia con Jane Fonda y Jason Robards. En ella los protagonistas se encontraban en una playa en invierno. Prendían fogatas y fumaban mientras hacían reflexiones agudas. Pauls, entonces, creyó encontrar el secreto. La actitud propia para el intelectual consiste en ir a la playa en invierno (tal vez así se explique por qué Forn y Saccomano viven en desolados balnearios ). Entonces se fue con su novia a Villa Gesell en junio. Pero el experimento no salió bien. El romántico mirarse a los ojos en la playa era imposible a causa de la arena que volaba. Fumar era una quimera porque no podían prender los cigarrillos. El frío y la humedad los descomponían hasta el punto de hacerles odioso el momento. Entonces, derrotados, huyen de la playa para refugiarse en un café. No pueden tomar café porque la máquina está fría (la tienen apagada para ahorrar). Tampoco se pueden comer medialunas, porque son se hace tres días. Ni siquiera se sienten únicos, porque otra pareja les sigue los pasos, seguramente inspirados por la misma película.
Miguel Brascó en Pasarla bien, cuenta como a los extranjeros les sorprende como en Argentina, país en el que se come tan bien, existe un verdadero problema con el punto de cocción de algunos platos. Un ítem crítico es la pasta. Brascó rastrea la genealogía del inconveniente. Por el tipo de harina que se consume por estos lares, los argentinos siempre tuvieron por costumbre comer la pasta muy cocida. Los inmigrantes recién arribados amasaron los fideos como en sus países de origen, pero la naturaleza de la materia prima y el sumarse a la tendencia dominante local (una forma de solidarizarse con un país que los había acogido de forma tan generosa), hizo que los tradicionales fideos de la nona del domingo fueran siempre un poco pegoteados, nunca al dente. Los chefs modernos están decididos a cambiar esta tendencia, y los restaurantes de moda compiten por ver quien sirve la pasta más al dente. Los cocineros jóvenes han iniciado una cruzada, y como resultado, terminan cocinando cuatro minutos una pasta que debe cocinarse ocho, y llevándola a la mesa cruda y dura. Es como si decidiéramos hacer relojes más exactos que los suizos haciendo relojes que adelanten.

viernes, julio 14, 2006

La perplejidad del Ruso

El otro día nuestro comentarista estrella, el Ruso, nos deleitaba con una anécdota en la Feria del Libro de Madrid, en la que compró unos libritos de editoriales independientes aconsejado por un melenudo desencantado.
El Señor Ruso, tan pragmático en todos los órdenes de la vida, parece encontrar útiles solamente los libros de economía o historia. Los primeros porque le sirven para capacitarse en su profesión, y los segundos porque le posibilitan sacar conclusiones sobre el devenir de su país de origen. En un libro de historia de la India o de Japón, él encuentra siempre lecciones útiles, que mágicamente encajan con sus ideas previas. Sus tesis pueden resumirse así:

1- A la Argentina la cagó el peronismo.
2- Este país está perdido.

Dentro de este orden de razonamientos, poca cabida tiene la literatura. Y menos aún la literatura que tienda a hacernos ver lo complicado o deprimente que es el mundo. En el claro universo en el que funciona el Ruso, cuyo único trauma reside en ser argentino, poco espacio tienen las dudas. Es por esto que se la pasa criticando al "Estilo Sibelius" que entiende se vincula con la exaltación de todo lo triste o lo snob.
A nosotros también nos gustaría ocupar ese cosmos límpido y simple. Colocando cualquier discusión (si las prostitutas en México son feas o la carne dura en Chile) dentro de un contexto del PBI , el buen clima de negocios o las normativas de los países serios. Pero tal vez por estar infectados con el virus argentino, nosotros preferimos regocijarnos por lo malo, alegrarnos ante lo ambiguo y festejar lo ininteligible. Como la novelita de Aira sobre un duendecito que lo puso de tan mal humor. Ahora tiene una razón más para putear: le informo que el ignoto escritor de Pringles al que usted se refiere, es tomado por estos pagos como uno de los principales referentes de la literatura argentina contemporánea. ¿Por qué? Porque es confuso, nadie sabe si sus novelas son una genialidad o un robo, si escribe por compulsión, para llenarse de plata o para burlarse de los análisis académicos de sus obras. Al respecto, le recomiendo que mire el debate que sobre este autor se armó en Monolingua, o el artículo de César Peirone sobre Aira y la otredad lectora.
Entre tanto, nosotros por aquí seguiremos recomendando material ilegible o tristísimo (porque de eso vivimos) siempre con un lenguaje muy adjetivado y un poco tilingo, como me recomendó mi maestra de tercer grado, cuyo nombre no recuerdo, pero sí sus enormes y torcidos dientes.

miércoles, julio 12, 2006

Esto es la globalización

Yo no vi la fiesta inaugural del mundial porque siempre me aburro con ese tipo de cosas. Pero hoy, pocos minutos antes de la final, pude ver su clausura. Era una mezcla bizarra. Estaban los muchachos de Il Divo, unos europeos que la pegaron por acercar el canto operístico a la música popular. Aparecía de invitada una cantante negra que no juné, pero que no aportaba demasiado. En la pantalla gigante mostraban imágenes del mundial. Parece que lo más pintoresco que encontraron fueron las tomas del DT de Portugal puteando y de un árbitro echando a un brasileño. Sin solución de continuidad comenzó un show protagonizado por una especie de murgueros (plaga que parece que ha trascendido ambas márgenes del Plata) pero los acompañaban unas chicas bailando con ropa y estilo de porrristas americanas. Después aparecían unas negras gordas con vestidos grandes chillones, que parecían un grupo de Gospel, al que se sumaba el canto de la colombiana Shakira en inglés y con danzas árabes. A Shakira la acompañaba un muchacho con onda reggae. En la tribuna bailaban divertidos franceses, italianos y alemanes, y por supuesto, ponjas que nunca faltan. El tramo final del mundial estuvo monopolizado por europeos, pero las culturas minoritarias y tercermundistas aportaron el color. Tal vez en eso consista la globalización.

El alucinante poder de predicción de los periodistas deportivos

Voy a tomar un café y todos los diarios han sido acaparados por los consumidores. Entonces tomo una revista vieja, y me encuentro con una nota al periodista deportivo Gustavo López. La nota se titula: "La opinión de quien sabe de deporte palpitando el Mundial Alemania 2006".
¿Cuál es la final que imagina?
Argentina- Brasil.
¿Quién cree que será el campeón del mundo?
Argentina.
¿Quién cree que será la figura del mundial?
Lionel Messi.
¿Qué selección será la revelación?
Paraguay.
¿Cuál será el jugador revelación?
Nelson Haedo Valdéz de Paraguay.
De los jugadores estrella... ¿Quién se va a destacar?
Ronaldinho.
¿Cuál es, de los equipos favoritos es que vuelve primero de Alemania?
Francia.
Sigo hojeando la revista y me encuentro con el Horóscopo de Horangel. Leo los augurios para mi signo. Este tipo la pega más; que lo contrate América para el próximo mundial. A la noche llego a casa, prendo la tele y me lo encuentro a Gustavito opinando. Está muy fresco y seguro, con tantas emociones seguro que se olvidó de las declaraciones que hizo para la revista. Cambio de canal y los opinólogos siguen diciendo cosas sin importancia. Lo único que yo quiero es un cassette con el audio de lo que el tano con pinta de vivo y apellido de fideos le dijo a Zidane. Seguro que fue algo así como:
-¡Qué lástima que los militares franceses se quedaron cortitos en Argelia!
Igualmente, no creo que tengamos que esperar tanto para ver al tano vivo en el living de uno de esos programas grasas de la RAI contando su travesura. Los argentinos, que nos creemos los más vivos, nunca reconocemos en su justa medida la gran deuda con los maestros.

viernes, julio 07, 2006

Casualidad y reminiscencias

Quien lea asiduamente sibeliusdiario constatará que últimamente se reseñan libros breves. Esto es así porque estoy esperando ansiosamente la llegada del nuevo trabajo de John Irving, y no quiero empezar un libro largo que me impida comenzar esta novela, que espero con tanta expectativa, el mismo día que llegue a la librería. Además, la novela de Irving tiene más de mil páginas, de forma tal que al leer varios libros cortos voy a promediar la cantidad de páginas de libros habituales.
Los días pasados tomé otros dos libros breves deliciosos. El primero fue el clásico Sobre la lectura de Marcel Proust. El autor de El tiempo perdido desarrolla allí interesantes disquisiciones sobre el significado del leer. Pero lo más atractivo del librito no es eso, sino la evocación de sus lecturas en la infancia. Para alguien que ha escatimado horas al sueño, al estudio o a la simple sociabilidad con una novela que no podía abandonar, es maravilloso comprender la similitud de la vivencia por parte de otra persona en una época y contexto social totalmente diferentes. Proust, en su aristocrática casa, que compartía con una numerosa y copetuda familia, buscaba un rincón aislado del comedor y se sumergía en un libro que lo alejaba de la realidad. Las horas asignadas a comer y dormir eran sus enemigas, porque suponían la interrupción de una historia en su punto culminante. No obstante, difícilmente recordamos todos los títulos de aquellos libros que leíamos de chicos y que nos cautivaban tanto. Son, tal vez, más poderosas en nuestro recuerdo las reminiscencias de las sensaciones de la lectura, del arrobamiento que nos provocaba sumergirnos en una historia, del amor que llegamos a sentir por sus personajes. De mis lecturas de la infancia -que fueron hechas en un chalet típico de la clase media argentina y no en una mansión francesa- recuerdo con fascinación los días en que tomé El gran Maulnes. El relato era embriagador, pero también la sensación de querer terminarlo, de volver a prender el velador cuando ya la casa estaba oscura y callada, y robarle un par de horas a la noche para finalizar un libro maravilloso.
El segundo libro breve y fantástico que tomé estos días es La vida descalzo de Alan Pauls. Se trata de uno de los volúmenes de una nueva colección de Editorial Sudamericana titulada In Situ; otro título que aparece en esta colección es Pasarla bien de Miguel Brascó. El libro de Pauls está construido como pequeñas viñetas en la playa. Momentos de diferentes veraneos a lo largo de su vida, y divertidas reflexiones sobre la peculiar naturaleza de ese espacio. Evidentemente, el balneario preferido de Pauls es Villa Gesell, lugar en el que veraneaba con su padre de chico. Recuerda la particular amalgama de decoración y comida centroeuropeas con el calor, los hippies, los juegos electrónicos y los paseos por el centro. Entonces fue inevitable que esta lectura me remitiera a la anterior. Nuevamente rememorar la infancia y las sensaciones unidas a ella. El pánico que sentimos al perdernos en la playa, el horror cuando el mar nos arrastra, el atractivo de los empeines de los pies tostados y secos sobre los listones de madera en el ingreso.
A veces uno relaciona dos libros por el mero hecho de leerlos uno después de otro. Comencé a sospechar que Sobre la lectura no se parecía en nada a La vida descalzo. Yo los relacionaba porque los había leído pegados y los dos me habían remitido a mi infancia. Pero entonces, el capítulo final del libro de Pauls tiene que ver con un día en que se encontraba enfermo y tiene que quedarse en la cama. Toma un libro y el mundo se transforma, muy lejos quedan los lamentos y las imágenes de la arena y los helados.
"...Ese libro es el otro lugar que tiene la forma de la felicidad perfecta, y que, como escribió alguien a quien él leerá recién veinte años más tarde, cuando ya no esté circunstancial sino crónicamente enfermo, tanto que sólo será capaz de hacer lo único que quiere hacer, quemarse los ojos leyendo, quizá no haya habido días en nuestra infancia más plenamente vividos que aquellos que creíamos dejar sin vivirlos, aquellos que pasamos con el libro por el que más tarde, una vez que lo hayamos olvidado, estaremos dispuestos a sacrificarlo todo."
Pauls se refiere, justamente, al maravilloso comienzo de Sobre la lectura, que yo acababa de concluir. Fantástico azar que hará que ambos libros permanezcan siempre unidos en mi recuerdo, a partir de la casualidad y la reminiscencia.

Argentinos en Madrid, por el Ruso

En la última feria del Libro en Madrid, hace dos meses, habia un stand auspiciado por el Ministerio de Cultura de España que pertenecia a las "Editoriales independientes argentinas". Me acerqué...había un melenudo, de hablar muy lento, probable estudiante fracasado de psicologia, buen vendedor...muy argentino. Un tipo de esos que saben que la vida es demasiado complicada y que vale la pena hacerla un poquito mas compleja. Me vendió unos 5 libros ilegibles...ensayos raros, una novela mal encuadernada de 100 paginas sobre un duende que no abrí nunca..pero entre los libros estaba este de los pichiciegos que me leí en una noche. No se si me gustó o no. Creo que encontré vicios míos, fallos de los nuestros que no me gustan nada, pero se que están ahi. Bueno...hay que leerlo si uno sabe como el melenudo que el mundo es una mierda y que vale la pena encontrar el horror y lo feo de tanto en tanto.

miércoles, julio 05, 2006

Los pichiciegos

Hay libros que no sólo tienen valor por su contenido, sino por expresar los valores de una época. Uno de ellos es Los pichiciegos de Fogwill, reeditado recientemente por Interzona. Esta novela sobre la Guerra de Malvinas fue escrita en julio de 1982, cuando todavía no se habían difundido los testimonios de los ex combatientes. Igualmente, lo significativo de Los pichiciegos no es cuanto se aproxima a las vivencias reales de una guerra espantosa, sino anticipar la democracia y la literatura por venir. En su escrito Fogwill despliega el debate de la sociedad civil sobre los desaparecidos y el rol de las Fuerzas Armadas.
Los pichiciegos posee la peculiaridad de ser una novela sobre la guerra en la que no se habla de la guerra, porque los pichiciegos son desertores internos. Combatientes que al observar la desigualdad de la contienda bélica, el autoritarismo, la maldad y la estupidez de los oficiales del ejército, deciden construir una cueva en la que planean esconderse hasta el final de la contienda. Mezcla de astutos, cobardes y traidores, los pichiciegos despliegan las estrategias de supervivencia necesarias para escapar con vida de Las Malvinas. Roban alimentos, canjean material con los ingleses a cambio de información, viven ellos mismos en un mundo autoritario, jerárquico y cruel. Pero también aparece un extraño heroismo, la amistad y la compasión.
La literatura de Fogwill, arquetípica de los años '80 y fundante de la literatura argentina actual, posee tanta originalidad como realismo, por eso ha operado como una inspiración para una nueva generación de escritores.

martes, julio 04, 2006

Confesores compulsivos

¿Qué lleva a los desconocidos a contarnos cosas que no queremos escuchar? Intempestivamente, mientras se da uno de esos encuentros fortuitos que posibilitan la vida urbana (peluquero/señora que se tiñe las canas, empleada de negocio de ropa/chica que necesita ropa para una cita, responsable de casa de revelado de fotos/cliente de paso que pasa a papel fotos digitales) se inicia una confesión. Y lo que se cuentan son cosas vergonzosas, que desearíamos no escuchar. Porque no queremos saber nada de viejos que se han quedado solos, mujeres con baja autoestima, operaciones dolorosas y un poco patéticas. Mientras le tiñen las canas la señora comenta que su marido se murió hace tres años. Fue un tipo que hizo inversiones inteligentes (aunque algunas un poco oscuras) e hizo muchísimo dinero. Ella tiene tres hijos. Uno de ellos, que siempre fue su preferido, es abogado. Pero es justamente él el que está llevando la sucesión a un proceso de confrontación y litigio con el propósito de despojarla de todos sus bienes. Obviamente, como ella crió muy bien a su hijo dilecto, la única conclusión posible es que la culpa es de su nuera. La chica, un poco gordita, se prueba mucha ropa buscando algo que le quede bien. Se hace tarde, ya la hora del cierre del local se pasó largamente y ella no se decide. Está nerviosa porque tiene una cita importante. El tipo le gusta mucho, aunque tenga veinte años más que ella y esté casado. Cuenta que a ella no se le hace fácil conseguir novio. Aunque él nunca abandone a su mujer, al menos es con ella un caballero y la invita a cenar (eso sí: la lleva a Santa Clara para que no los vea nadie). El hombre cuenta que son las fotos del casamiento de su hija. Que nunca pensó poder disfrutar del casamiento de ella, porque hace unos años le encontraron cáncer de próstata. Que ha sufrido mucho, que la enfermedad no sólo acabó con su autoestima, sino también con su sexualidad. Humildemente pregunto: ¿Quién les preguntó? ¿Por qué nos cuentan esto? ¿Por qué tenemos que ser testigos de su patetismo o miserias? La única solución que yo le veo a estos confesores compulsivos es que les cobremos la consulta.
-¿Cuánto es?- pregunta la señora mayor al peluquero. -
25 de la tintura, 25 del peinado y 80 por la terapia... 130 en total.

sábado, julio 01, 2006

Por qué es bella la literatura

Ayer a las tres de la tarde, padeciendo un estado de desolación insoportable a causa de la derrota argentina, tomé el librito de Ariel Bermani Leer y escribir. Pese a haber afirmado que la novela del mismo autor,Veneno, no me gustó enteramente, persistí comenzando esta novela del 2003 que, luego de haber obtenido el Segundo Premio Clarín, es publicada por Interzona este año. Me sumergí en el breve libro con pasión y de esa manera me perdí la renuncia del hombre Pek, los debates interminables de los cronistas deportivos, las opiniones del hombre común. Me extravié en la trama de manera tal que me olvidé de la decepción y la tristeza.
Leer y escribir describe un cosmos más acotado que Veneno y, tal vez por eso, su fórmula es más exitosa. Bartel es un bibliotecario de barrio, pero diferente de los ordinarios por no odiar los libros -correctísima observación: los bibliotecarios no sólo no conocen de libros, también los detestan. La descripción de esta biblioteca y sus personajes es tan divertida como veraz. Quien haya pasado muchas horas en una biblioteca popular comprenderá la exactitud de lo narrado. Empleados que llegan a cualquier hora, odio a los lectores a quienes se quiere echar, desactualización de los archivos, resistencia a la modernización.
Bartel se mueve en ese universo moroso y poco estimulante, así como deja transcurrir las horas en su casa leyendo, junto a una mujer y un pequeño hijo que apenas conoce. Pero decide transgredir las reglas y correr riesgos y aventuras que trasciendan sus lecturas y sus rutinas. Así comienzan cuatro días alocados en los cuales Bartel vuelve a su barrio natal, visita infrutuosamente a sus amigos de adolescencia -aquí aparecía esbozado el personaje de Veneno-, se pierde en tropelías en el centro de una ciudad triste y empobrecida. Si bien la búsqueda de Bartel es infructuosa, porque es un peregrinar sin objeto, tal vez la fugaz aventura lo cambie para siempre.
Acostumbrada ya a los breves capítulos de Bermani, y a una escritura sin adornos que nos centra en la trama, disfruté muchísimo Leer y escribir con las aventuras menudas de su alucinantes personajes.